Como sabemos, las portátiles tienen casi el mismo poder de cómputo que una máquina de escritorio, pero con sus circuitos densamente comprimidos en un volumen entre cinco y diez veces menor, trabajan a temperaturas muy altas, es difícil ventilar su compacto interior, muchos de sus órganos vitales están a flor de carcasa y las piezas son siempre más frágiles que las de sus hermanas grandes. Según el diario La Nación, estos son los consejos que hay que tener en cuenta para tener la notebook siempre a punto.
En cuanto al tema de las baterías, estas son de ión-litio y su peor enemigo es el calor. Aunque no sufren el efecto memoria de las antiguas baterías de níquel-cadmio, hay que evitar cargarlas mientras se usa la portátil. ¿Por qué? Porque las baterías se calientan al cargarlas y lo mismo hacen los circuitos de la portátil cuando se los utiliza. Sumados ambos factores, el resultado es que la vida útil de los acumuladores se puede acortar notablemente. "Si se usa la notebook constantemente como computadora de escritorio, conectada a la corriente eléctrica, conviene sacarle la batería para no someterla a un sobrecalentamiento", explica Jorge Aguado, gerente de marketing para el sur de América latina de Dell.
Por su parte, HP aconseja que si no se va a usar la notebook por dos semanas o más, las baterías deben quitarse del equipo. Pero cuidado, los acumuladores de ión-litio no deben almacenarse ni cargados al máximo ni mucho menos completamente descargados; de hecho, son bastante alérgicos a quedarse en cero.
Si no se las va a usar durante un tiempo, deben guardarse con una carga de más o menos el 40%, y siempre en un lugar fresco y seco.
"Si se va a usar la notebook en la cama -aconseja Aguado- hay que proveerle una superficie lisa. ¿Por qué? Porque así no se obturan las rendijas que disipan el calor, evitando que se dañen o se acorte la vida de los circuitos y de las baterías. Una base para refrigerar la notebook no es una mala idea."
El sol directo es un rival implacable de los equipos electrónicos, y siempre gana la batalla. La notebook puede quedar linda en esa mesa junto a la ventana, pero si le va a dar el sol toda la tarde, terminará arruinándose. Dentro del auto, ni pensarlo.
Aunque los teclados modernos están bastante protegidos contra derrames, ninguna notebook es impermeable. Además, inexorablemente, el agua traerá óxido con el tiempo. Sigue la falla eléctrica y el service. La reparación de una notebook casi nunca es un trance barato.
Como ya hemos dicho, la imagen del ejecutivo trabajando desde la playa puede resultar tentadora, pero un poco de arena podría devastar nuestra preciada portátil.
Aparte del cuidado de las baterías, lo más importante para extender la vida útil de una portátil es aceptar que son frágiles. "¿Sabe cuál es la rotura que vemos con mayor frecuencia? La pantalla rota por haber cerrado la notebook con una birome dentro", relata Aguado, que también vio máquinas con los bordes machacados y las bisagras desvencijadas a golpes. Gastar en una mochila acolchada es una de las formas más simples de proteger la inversión, resume.
La pantalla de la notebook es un LCD de alta calidad. Creer que soportará varios portazos es una ilusión. Los tomas USB, de audio, red y corriente eléctrica tampoco están hechos para que los zarandeemos, por mucho que nuestro enfado esté justificado.
En cuanto al tema de las baterías, estas son de ión-litio y su peor enemigo es el calor. Aunque no sufren el efecto memoria de las antiguas baterías de níquel-cadmio, hay que evitar cargarlas mientras se usa la portátil. ¿Por qué? Porque las baterías se calientan al cargarlas y lo mismo hacen los circuitos de la portátil cuando se los utiliza. Sumados ambos factores, el resultado es que la vida útil de los acumuladores se puede acortar notablemente. "Si se usa la notebook constantemente como computadora de escritorio, conectada a la corriente eléctrica, conviene sacarle la batería para no someterla a un sobrecalentamiento", explica Jorge Aguado, gerente de marketing para el sur de América latina de Dell.
Por su parte, HP aconseja que si no se va a usar la notebook por dos semanas o más, las baterías deben quitarse del equipo. Pero cuidado, los acumuladores de ión-litio no deben almacenarse ni cargados al máximo ni mucho menos completamente descargados; de hecho, son bastante alérgicos a quedarse en cero.
Si no se las va a usar durante un tiempo, deben guardarse con una carga de más o menos el 40%, y siempre en un lugar fresco y seco.
"Si se va a usar la notebook en la cama -aconseja Aguado- hay que proveerle una superficie lisa. ¿Por qué? Porque así no se obturan las rendijas que disipan el calor, evitando que se dañen o se acorte la vida de los circuitos y de las baterías. Una base para refrigerar la notebook no es una mala idea."
El sol directo es un rival implacable de los equipos electrónicos, y siempre gana la batalla. La notebook puede quedar linda en esa mesa junto a la ventana, pero si le va a dar el sol toda la tarde, terminará arruinándose. Dentro del auto, ni pensarlo.
Aunque los teclados modernos están bastante protegidos contra derrames, ninguna notebook es impermeable. Además, inexorablemente, el agua traerá óxido con el tiempo. Sigue la falla eléctrica y el service. La reparación de una notebook casi nunca es un trance barato.
Como ya hemos dicho, la imagen del ejecutivo trabajando desde la playa puede resultar tentadora, pero un poco de arena podría devastar nuestra preciada portátil.
Aparte del cuidado de las baterías, lo más importante para extender la vida útil de una portátil es aceptar que son frágiles. "¿Sabe cuál es la rotura que vemos con mayor frecuencia? La pantalla rota por haber cerrado la notebook con una birome dentro", relata Aguado, que también vio máquinas con los bordes machacados y las bisagras desvencijadas a golpes. Gastar en una mochila acolchada es una de las formas más simples de proteger la inversión, resume.
La pantalla de la notebook es un LCD de alta calidad. Creer que soportará varios portazos es una ilusión. Los tomas USB, de audio, red y corriente eléctrica tampoco están hechos para que los zarandeemos, por mucho que nuestro enfado esté justificado.
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