Unidad y fiscales

El manoseo institucional que provoca la movida “plebiscitaria” de Kirchner es tan obvio como la poca importancia que le asigna a la cuestión el ex presidente. Resultadista in extremis, encontró el atajo para cerrar la diáspora que se insinuaba con destino al PJ crítico que conduce Duhalde. La oposición en shock no logra asegurar la fiscalización y se prevé un final de escándalo. Las internas que ya dividen al peronismo disidente.
Autor: Ignacio Fidanza
Flagelarse condenando el manoseo institucional masivo que piensa perpetrar Néstor Kirchner puede ser un ejercicio interesante para aquellos que se resignen a quedarse en los márgenes de la discusión del poder real. Kirchner lo sabe y por eso no le asigna importancia a la cuestión, que seguramente provocará kilómetros de tinta indignada. Nada grave para el ex presidente que, como siempre, se dedica a hacer política más que a comentarla.
Néstor Kirchner tenía y tiene dos problemas centrales y vinculados. Mide cada vez peor en la consideración popular y por ello el corazón de su dispositivo de poder –los intendentes del conurbano- habían empezado un suave deslizamiento hacia el peronismo crítico que lidera Eduardo Duhalde, bajo la cara lavada de Francisco de Narváez y Felipe Solá.Frente a esto tomó dos decisiones que arrasaron con la previsibilidad institucional, pero muy coherentes con su lógica de ejercicio de poder. La primera fue anticipar los comicios para que no lo encuentren en una etapa más avanzada de su decadencia política; La segunda es la movida plebiscitaria que al poner a los intendentes y al propio Daniel Scioli en la línea de fuego, los obliga a jugar a todo o nada.
Le puso así una compresa a las especulaciones de los intendentes que estaban tramando colectoras con sus amigos duhaldistas del PJ crítico, para sumar concejales, aunque a nivel nacional esta dispersión del voto afectara a Kirchner.
Es decir, que desde la lógica de un poder que se sabe acorralado está tratando de encerrar en el último bote salvavidas a todos los pasajeros –sus sinuosos aliados del conurbano- y tirar la llave al mar. No va a ser sencillo que todos se suban al bote, pero tampoco les resultará gratis a los que den un paso al costado.
Scioli no es la víctima que parece
Una primera lectura ubica a Scioli en la condición de víctima, una vez más, de la estrategia de Kirchner. Ingenuidad en la que cayeron los dirigentes de la oposición que lo trataron de “mueble” o “felpudo”. Lo cierto es que Scioli tiene muy claro que la derrota de Kirchner en su territorio es Su derrota. Que no hay un día después –por lo menos uno medianamente agradable- si su jefe político pierde.Scioli, al sumar su nombre y los eventuales votos que pueda aportar a la boleta de Kirchner, está también trabajando para garantizar su propio proyecto político, que depende de manera absoluta de los aportes financieros que le envía la Nación, hasta para pagar los sueldos. Así de simple. Si se cae Néstor, lo va a arrastrar, así que mejor hacer todo lo posible para sostenerlo.
Después se vera.
Es el día a día de la Argentina sin proyectos, no es una discusión de Churchill con De Gaulle.Claro que en contraposición el riesgo inmenso de este salto al vacío es qué sucede si se pierde la elección ¿Renunciará Scioli a la gobernación? ¿Lo harán los intendentes que pierdan en sus distritos?
El mandatario comunal de Trenque Lauquen, Jorge Barrachia, anunció que si gana seguirá de intendente y si pierde será concejal. O sea, exactamente lo inverso que vote la gente. Pero en semejante desquicio tiene su lógica ¿Scioli y los otros intendentes seguirán su ejemplo?Ese es el punto más delicado que tiene a esta movida todavía en situación provisional y se analizará a fondo en una inminente reunión del PJ bonaerense. Allí seguramente se repase la situación electoral distrito por distrito y es posible que se decida no exponer a los intendentes que pueden perder.Los primeros sondeos que manejan en la provincia estiman que con la sumatoria de Scioli a la lista y los principales intendentes jugando, pueden estirar la actual paridad con De Narváez-Solá en torno a los 30 puntos, a un triunfo por un margen que vaya entre los 40 y los 43 puntos.
En lugares precisos, por ejemplo Florencio Varela, observaron que si el intendente Julio Pereyra encabeza la lista de concejales se ganan en ese distrito de 4 a 6 puntos.
Esto es absolutamente provisional y la movida puede causar el efecto contrario y acentuar la decadencia actual, que esta vez dejaría al peronismo sin red.
Pero es bueno saber que hubo mucha más ingeniería política de lo que parece, detrás de una jugada que se presenta como impulsiva y alocada. Y ese es uno de los grandes problemas de la oposición. No termina de comprender que aún este Kirchner descentrado, es un formidable animal político que trabaja las 24 horas para mantenerse en el poder. Y algo aún más serio se les escapa, y tal vez sea ese el principal mensaje del descalabro institucional que se pretende realizar.
Lo que está diciendo Néstor Kirchner es “yo no voy a perder esta elección”.
La fiscalización
Esto debería llevar a la oposición a una primera conclusión inevitable. Tan o más importante que ganar la elección es asegurarse una correcta fiscalización de la misma. No sería la primera vez que se pierda en las escuelas, lo que se ganó en las urnas. Algo de esto habló Felipe Solá en un encuentro que tuvo con gente de su espacio en el restaurante El Imparcial del barrio de Congreso. Allí se reconoció que se estaba lejísimos de garantizar la fiscalización del escrutinio, que demanda en la provincia de Buenos Aires unos 30 mil fiscales.
Con cierta frivolidad, desde el espacio que comparten con Francisco de Narváez se apela a la billetera del empresario para resolver lo que no encuentra solución desde la militancia y la política. “Pibe no entendés, si De Narváez compra un puntero por 50 pesos para que le fiscalice la elección, atrás viene el intendente y le ofrece 100, y atrás viene Kirchner y le da 500 para que se lleve la urna”, le dijo un destacado dirigente del peronismo opositor, curtido de mil batallas y con conocimiento de causa, a un joven “dirigente” de Unión-PRO.
La situación puede ser incluso peor.
Concientes de la debilidad ajena, en el oficialismo han comenzado una maniobra para complicar aún más la fiscalización de la elección. Se habla de bajar el número de votantes por mesa, de manera que se multipliquen las mesas y las escuelas. O sea, se necesitarán muchos más fiscales que los 30 mil que ya no tienen en la oposición.
Es así el juego de Kirchner. A todo vale y bien político, frente a una oposición que descansa demasiado en la “buena imagen” que por ahora tienen en los medios. Tal vez sin observar que se trata del conurbano inabarcable, no de la mediatizada ciudad de Buenos Aires.
Un Duhalde que vuelve
Curiosidades de la vida, en la oposición enfrentan además el riesgo de la división que tenía a mal traer a Kirchner. La movida del ex presidente ahora les complica el cierre a los peronistas opositores, que pensaban solucionar las infinitas diferencias que existen entre los sectores de Felipe Solá, Francisco de Narváez y Mauricio Macri, habilitando distintas listas en los distritos en los que no alcanzaran unidad.
Los más lúcidos saben que esto complicaría aún más una fiscalización que ya parece imposible. Pero también hay ruidos en la cúpula. Chiche Duhalde ya es número puesto como candidata a vicegobernadora de Francisco de Narváez, y aspira incluso al sillón principal de la provincia. La noticia no termina de alegrar a sus compañeros de ruta, que creían estar viviendo finalmente el día soñado en que empezarían a independizarse de su querido Eduardo Duhalde.
Como se sabe, la primer batalla del 2011 se juega el 28 de junio. Y Duhalde cada vez se muestra menos tímido a la hora de expresar sus ganas de volver al sillón de Rivadavia. Esta semana lo dijo con todas las letras Gerónimo “Momo” Venegas: “Duhalde es mi candidato a Presidente”. Curiosidades del peronismo, este sindicalista es uno de los principales apoyos políticos de Felipe Solá, que se suponía era el “presidenciable” del sector.
Otra vez sopa, para Felipe.
El ex presidente está de viaje y promete regresar el próximo 12 de abril. Hay convocada una cumbre para esa fecha. Allí se empezará a hilar fino. Duhalde, resistido y cuestionado, convoca y los muchachos van. “Seguimos atrapados en la misma dinámica, Duhalde es parte del problema y de la solución”, confió a La Política Online un viejo compañero de ruta del ex presidente.Una frase que muy bien podría calzarle a algún eventual interlocutor de Néstor Kirchner, en los cenáculos que transitan frenéticos entre la Quinta de Olivos y La Plata.
Así de paradójica y fractal es la naturaleza peronista. Y en ese sentido, que nadie se de por ofendido si al otro día de la elección, muchos de los que hoy enfrentan el “aparato” del PJ, regresan a su viejo amor, luego de bañarse en la aguas del Jordán del voto de algún iluso que los imaginó oposición.
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