Hay que estar atentos a los días que se vienen.
Autor: Pablo Docimo
“No va a haber más cambios en el Gabinete”, aseguró la Presidenta, y como no podía ser de otra manera, ocurrió lo contrario a lo anunciado por Cristina Fernández en su patética y vergonzosa pseudo-conferencia de prensa —que se asemejó más a un discurso— luego de la derrota electoral del domingo.
Lo cierto es que luego de la anunciadísima renuncia de la ministra de Salud, Graciela Ocaña, se sumó la del ya ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y son inminentes las renuncias del secretario de Comercio, Guillermo Moreno —a quien se esperará para hacerlo renunciar para que no se asocie su salida con la de Jaime— y del ministro de Economía, Carlos Fernández.
Si bien se dice que Ricardo Jaime presentó su "renuncia indeclinable" por “razones personales”, esto es totalmente falso, ya que la decisión de desafectar a un número importante de miembros del gabinete es tratar de mostrar un cierto cambio, y pretenden hacerlo de una sola vez para evitar mayores desgastes.
Las versiones mencionan también los posibles reemplazos del secretario de Industria, Fernando Fraguío, y otros funcionarios de segunda y tercera línea, especialmente secretarios y subsecretarios.
Pero lo más importante es que hay un ministro que Cristina quiere que se vaya y él no se quiere ir, y es Julio de Vido, y hay otro que sí se quiere ir pero no lo dejan: Aníbal Fernández.
De todas maneras, podemos decir que absolutamente todos los ministros y secretarios están en la mira, prueba de ello fueron la seguidilla de reuniones que tuvo la Presidenta con los ministros de Trabajo, Carlos Tomada; de la Producción, Debora Giorgi; el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, a quien le habían prometido el Ministerio de Economía luego de su operación para vincular a De Narváez con el narcotráfico; la presidenta del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, y el director ejecutivo de la Anses, Amado Boudou.
Hay que estar atentos a los días que se vienen, especialmente por la oculta depresión que ostenta Néstor Kirchner en estas horas, síntoma de su propia incomodidad con la coyuntura actual.
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