Parecen expertos consumados en mantener el país en vilo. Si no fuera por su evidente mediocridad, se diría que hasta perfilan como científicos del mal, enfrascados ambos, en perjudicar cada día un poco más, la raída imagen internacional de la República. En dejar perplejo al mundo con las cabriolas de su escalofriante miopía democrática. En ahuyentar inversores, en espantarlos sin retorno por el terror abierto que instalaron con varias fórmulas - casi perfectas - para lograr un daño directo a las instituciones. Son, en suma, la encarnación del mal… en intención, palabra y obra
Me permito sostener la teoría sobre que este fárrago de violaciones, como base ingénita de la gran conmoción pública que ellos provocan a sabiendas, y como esencia de la zozobra social, les sirve hoy, bien, para enmascarar el latrocinio, que es la ruta y es también el destino de sus acciones.
Hubieran inspirado, aún más, al genial Italo Calvino en su cuento del país de los ladrones.
Hubieran horrorizado hasta los tuétanos y lo conmueven hoy mismo en su tumba, al abad Étienne Bonnot de Condillac, en su más simple enfoque de lo que piensan y hacen.
Son, ellos dos, las contracaras más grotescas del análisis deductivo y subjetivista de la economía. Es que ellos son algo dramáticamente más sencillo: carteristas de colectivo.
Del mismo modo que los marginales, son capaces de quemar un edificio entero, habitado por mucha gente, con tal de borrar dos huellas digitales, ellos trepanan el cráneo de la República para vaciarla de instituciones que puedan perfeccionar su ajusticiamiento cuando decidan huir.
Tal como lo hicieron los más conocidos déspotas y totalitarios de la historia, sin la menor originalidad, manotean ahora la imbécil teoría del complot y la conspiración. No es la primera vez que lo hacen. Lo intentaron contra Mariano Grondona y Morales Solá hace poco más de un año. El anuncio fue tan imbécil que dieron marcha atrás.
Si todos los tarados mentales de este gobierno levantaran vuelo al mismo tiempo… de inmediato taparían la luz del sol.
Esta nueva, es pues, la llamada "Conspiración de los tarados mentales" Se pusieron de acuerdo todos contra ellos. Desde los jueces hasta los ordenanzas del Banco Central. Y lo dice ella con su mejor cara de cuarzo, sin que se le mueva un solo repulgue de su colágeno iridiscente.
¿Es una tarada mental o se burla?
Cuando Winston Churchill, sustituyó a Chamberlain como Primer Ministro dijo lo siguiente: "El peligro mayor de este mundo son los tarados y los idiotas. A todos ellos habría que fusilarlos en una cornisa, para que, si no mueren del balazo... se mueran del golpe… al caer" Sirve como ejemplo más cercano el caso del presidente de facto, un típico paciente frenopático, que muchas veces pasa por loco, por vivo, o acaso por un gran astuto de la perversidad.
El problema que lleva a la confusión… es que existen varias facetas en la personalidad de un tarado mental que hacen que una buena parte de sus acciones, (más conocidas como imbecilidades) se conviertan en actos de verdadera malicia y crueldad. Suele entonces, la maldad, ser hija putativa de la estupidez.
El gobierno que está instalado, luce como el mejor de los ejemplos aunque muchos piensen que es magnánimo librarlo de su enorme maldad ingénita y cambiársela por su originante: la simple tara mental. Y al ser la maldad, un clásico subproducto de la imbecilidad, entonces, para combatir la primera no sólo hay que poner manos a la obra con urgencia. También hay que prestar atención a la segunda que la nutre y que, como se ve, casi siempre la ocasiona. Por lo general, vemos que se trata de idioteces de grueso calibre. Gente acaso muy inteligente, se ve compelida a discutirlas o a intentar anularlas, y por lo tanto a escuchar lemas infames, razonamientos que no merecen tal nombre, arengas rudimentarias y afirmaciones totalmente piradas.
El terrorismo es un típico ejemplo de maldad provocada por idiotas, además de los jefes de Estado. Kant ya advirtió contra esto: "Nunca discutas con un idiota. La gente podría no notar la diferencia". Sin embargo a veces es casi inevitable desoír ese consejo, por ejemplo cuando los grandes imbéciles… lo están matando a uno.
A menudo se descubre que la cosa es incomprensible, y no desde luego por la complejidad de los motivos, sino por el contrario, por su extremada elementalidad, por la brutal superficialidad, por la indefectible exageración de la medida asesina.
Cualquiera que sepa algo del régimen nazi habrá comprobado que detrás de él no había una sola idea interesante ni original, ni compleja, ni siquiera digamos inteligente. Basta ver una vez más "El triunfo de la voluntad", el grandilocuente documental de Leni Riefenstahl sobre las concentraciones hitleristas de Nüremberg en 1934, para verificar allí que las masas se enfervorizaban ante discursos que eran completamente vacuos, utópicos y rupestres. Durante cuarenta años se oyeron las mil cretinadas franquistas hasta la náusea, todas de un nivel intelectual ínfimo.
Léanse los "profundos" pensamientos que llevaron a Milosevic y a Karadzic a sus criminales limpiezas étnicas. (Uno era psicoanalista y el otro poeta) pero su terrible indigencia intelectual fue más bien digna de verdaderos analfabetos.
Con el gobierno que dirige hoy nuestros destinos, pasa exactamente lo mismo: No cuesta casi nada advertir, bajo sus capas negras de déspotas, de totalitarios y demagogos, la verdadera esencia de taradez mental que tienen dentro suyo, como yacimiento único de su falsa retórica y como sostén endeble de su prédica de burdel. No cuesta casi nada la indignación ante semejantes infamias perpetradas a los ponchazos con esa semblanza teatral de directora de escuela… y con su admonición burlona armada para niños ingenuos.
En suma, con su hipocresía impúdica salida de una novela de Molière. No deben quedar dudas. No son perversos. Son algo mucho peor… porque un perverso suele tener siempre cierta inteligencia, cierta habilidad para el vicio, e incluso, en lo suyo… hasta cierto talento macabro, es decir… acaso tiene más de un dedo de frente.
En la película "La conspiración" (Gary Oldman, Joan Allen, Jeff Bridges) los que la detectan, hacen un enorme esfuerzo por no parecer unos tarados mentales. Estos dos infames… no tienen chances para disimularlo.
Autor: Lic. Gustavo Adolfo Bunse -
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