3/10/10

POLÍTICA - LA ESTRATEGIA DE SCIOLI

Aprestos para una decisión trascendente
Daniel Scioli ha emergido de la crisis del kirchnerismo con más estabilidad que cualquiera de los integrantes de la ambiciosa pareja. En la transversalidad, eso provoca enojo. En el peronismo bonaerense, expectativas. En cualquier caso, Scioli no es hombre de decisiones apresuradas. Seguirá intentando sobrevolar los acontecimientos a la espera de 'su momento'.
El gobernador Daniel Scioli viajó a Brasil para estar presente en las elecciones que desarrolla el país vecino este domingo 03/10.

Llegó allí “por invitación expresa del alcalde de de Janeiro, Sergio Cabral, que pugna por su re elección y con quien viene desarrollando una agenda bilateral en temáticas de seguridad, salud y educación”.

Así lo explican desde la gestión bonaerense y hacen hincapié en que “Scioli profundizó el vínculo provincia de Buenos Aires-Río de Janeiro en abril pasado, cuando trató en Brasil experiencias sobre urbanización social en favelas, aspectos del programa 'Envión' y las connotaciones de la Asignación Universal por Hijos en Argentina, entre otros temas”.

El Gobernador prevé acompañar a Cabral durante la jornada electoral de Río, que se enmarca en el contexto general de Brasil para elegir al presidente que suceda a Luiz Inácio Lula Da Silva, pero el viaje que desde la provincia presentan como inocente, elevó las luces de alarma de los bunkers ultra kirchneristas a nivel 4.
En las últimas horas, colaboradores muy cercanos a Daniel Scioli anunciaron en un off de record que se distribuyó a los cuatro vientos, que “ante el más mínimo desaire público” que le haga el matrimonio presidencial al mandatario bonaerense, “pegan el portazo”, y para que no queden dudas avisaron: “nos estamos preparando”.

Scioli siempre tuvo una ilusión: heredar el armado K cuando los protagonistas de Olivos se fueran apagando. Era el único que estaba convencido que se podía no sólo “acompañar hasta la puerta del cementerio”, sino además, entrar y quedar como el “heredero natural”.

Claro que de todos modos, esto lo imaginó de otra manera. Pensó que Néstor Kirchner lo elegiría como sucesor, y que podría contar con el apoyo explícito del hombre a quien se subordinó durante todos estos años, incluso, cuando esa actitud le produjo duras discusiones internas.

Pero Scioli tiene, a diferencia de otros que ocuparon su sillón, un 'ángel' que lo acompaña y que lo hace diferente.
Mientras a Felipe Solá, por citar un ejemplo, el más mínimo inconveniente en materia de inseguridad le impactaba de pleno, a Scioli apenas lo roza y el impacto final va derecho al gobierno nacional.
Las encuestas indican que casos como el de Santiago Urbani o el reciente de Matías Berardi bajan más los números de Néstor y Cristina Kirchner que del mandatario bonaerense, aunque todo haya ocurrido en su provincia.
Por otra parte, atento a la frase “billetera mata galán”, que tan bien conoce la gestión provincial ahogada por la falta de recursos a que lo somete una injusta coparticipación que nunca supo pelear, con miras a los tiempos que vienen, saltó las fronteras y colocó un bono afuera que le permite oxigenar sus arcas y empezar a depender mucho menos de la dádiva nacional.

Esto podría incluso, permitirle retomar el contacto con los Intendentes que desde la era K obvian el paso por La Plata y se encaminan directo a Olivos para volver a sus distritos con la promesa de obras bajo el brazo.

Scioli se siente con posibilidades de pelear la instancia presidencial porque cree que muchos de los jefes comunales podrían acompañar su gesta en aras de la renovación generacional, y para eso, no descuida tampoco sus posibles aliados en territorio bonaerense.

Aunque lo niegue, sus emisarios ya conversaron con Sergio Massa y con Francisco de Narváez.
Massa todavía no definió públicamente sus intenciones de convertirse en gobernador de la provincia, pero tuvo gestos bastante claros al respecto: inauguró su escuela de gobierno y avisó que “no tiene dueño” cuando algunos “operaron” la idea de que todos sus pasos estaban digitados por los designios K.

Sin embargo, a diferencia de De Narváez que por ahora mantiene sus aliados en el espacio del peronismo disidente, al Intendente de Tigre le encantaría dar batalla dentro de la estructura del PJ. Joven, pero viejo conocedor de las mañas peronistas, Massa sabe que vale mucho el posicionamiento dentro del partido, y más aún, cuando hay frentes abiertos que amenazan ir por todo como el de Hugo Moyano que ya puso nerviosos a todos los barones del conurbano.

Mientras tanto, De Narváez sigue su derrotero diario de visitas, caminatas y actos en cuanto distrito de la provincia lo llame, pero sin descuidar uno de los que más le interesa: La Matanza, a la que va no menos de una vez por semana y se deja ver en cada uno de los rincones del populoso municipio, terreno en el que por otra parte, el oficialismo viene perdiendo adeptos por la falta de Alberto Balestrini como conductor natural y los frentes internos que abrió su enfermedad.

Scioli considera que si se aliara con De Narváez (no es tan descabellado si se recuerda que José Scioli forma parte de la mesa chica del colorado desde hace meses), atraería consigo gran parte de votantes que no cuenta por sí solo.Cree en cambio, que si lo hace con Massa, la gran mayoría de ellos son compartidos, aunque en esto, probablemente se equivoca. Es cierto que muchos de quienes podrían apoyar una candidatura de Massa en la provincia están o estuvieron antes en el espectro oficialista, pero si tuvieran que elegir entre el actual mandatario bonaerense y el jefe comunal de Tigre, muchos apostarían a Massa, porque lo describen con “mejor actitud” (una manera elegante de decir, con más ambición de poder, condición sine qua non para lograr objetivos en la estructura peronista).

El problema entre Scioli y Massa no son diferencias de gestión, sino de confianza. Ninguno confía en el otro, y eso es difícil pero no imposible de subsanar, más aún, cuando también pueden estar en juego los cargos de vice.

El segundo lugar en la fórmula presidencial o bonaerense ha cobrado importancia en los últimos años.

Allí se produjo la renuncia de Chacho Álvarez; de allí surgió la gobernación de Daniel Scioli y también gracias a ese cargo se catapultó como posible presidenciable Julio Cobos.

En la provincia de Buenos Aires, el segundo lugar le permitió a Felipe Solá construir lo que es hoy, y lo colocó a Alberto Balestrini -más allá de su lamentable ACV- en un hombre con manejo territorial exclusivo.
No por nada, desde hace un tiempo, a la par de las candidaturas a Presidente o gobernador, se vienen lanzando solapadamente las de los posibles vice.

Con intenciones de acompañar a Scioli en una hipotética reelección, ya se mostraron Horacio González (actual Presidente de la Cámara de Diputados de la provincia) y el ministro de Desarrollo social, Baldomero 'Cacho' Álvarez, pero la lista podría ser más larga.

Lo mismo ocurre con algunos dirigentes que se pegan a Francisco de Narváez imaginando que les levantará la mano como compañeros/as de fórmula, pero en este caso, desde el bunker de Cañitas esa carta se la reservan bajo siete llaves, y es que más que la lealtad y la obsecuencia de algunos, ese cargo podría significar una moneda de cambio, una carta de negociación para “cerrar” acuerdos y uniones de fuerza que pudiera contemplar a todos los sectores.

De todas maneras, y aunque imaginan el “despegue” que le haga probar a Kirchner de su propia medicina, ninguno de ellos minimiza el poder real que aún mantiene el ex presidente en tierras bonaerenses.

“Kirchner no pierde aunque pierda”, elucubró un dirigente que no es de su espacio, y la explicación giró en torno a que “aún perdiendo las próximas elecciones, logra su cometido de quedar como la nueva izquierda argentina”.
En la cabeza de todos está la cifra de más de 30 puntos que la gestión K logró obtener en la provincia cuando el gobierno nacional atravesaba su peor momento de imagen, y tratándose de una elección de medio tiempo donde es más fácil que los votantes se inclinen por fuerzas de la oposición.

La apuesta del kirchnerismo es que de requerirse una segunda vuelta, el adversario sea Julio Cobos, o incluso alguien que represente la derecha que tanto necesitan para poder mostrarse como la fuerza progresista que dicen ser.

El escenario más cómodo para Kirchner es poder discutir ideológicamente con alguien que se pare en las antípodas o que ellos mismos puedan señalar como perteneciente a ese otro espacio.
Discutir con Scioli, por ejemplo, lo pondría en aprietos desde el punto de vista ideológico, y quizá la única carta que podrían sacar a relucir, son los años de pertenencia que el mandatario bonaerense tuvo para con el gobierno nacional; el mismo argumento que se aplica para Felipe Solá, quien le regaló el territorio bonaerense al matrimonio presidencial.

Ese cordón umbilical que todavía no corta Scioli es el que hace dudar a los dirigentes que escuchan hablar sobre sus intenciones de autonomía electoral. “Primero que despegue en serio, públicamente, y después hablamos; porque no sería la primera vez que Scioli llega envalentonado a Olivos y se va sollozando con la cabeza gacha”, comentan en algunos distritos del conurbano.

El 2010 aún no acaba, pero ya hay quienes aventuran que el año nuevo vendrá con definiciones y que el verano tendrá a los protagonistas peleando codo a codo por la sucesión presidencial, para lo cual, la unión de fuerzas y los enroques cobran una singular importancia.

Después de todo, la política es el arte de lo imposible

Autor: Silvana Varela

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