La gran pregunta:
¿Y si Hebe es socia?
Hay desesperación kirchnerista por presentar a Hebe Pastor de Bonafini como alejada de todo lo que ocurrió en su Fundación y con su rúbrica. Pero a cualquier observador imparcial ese análisis le parece inapropiado. ¿Y si Hebe permitió lo que ocurrió porque le garantizaban su cuotaparte?
El clan Schocklender ya se encuentra más o menos identificado:
> Sergio Schoklender,
> Pablo Schoklender,
> Eduardo Ramón González Fernández, quien trabaja en Cassaforma, importador del sistema de paneles termoacústicos M2 o Emmedue que utilizan las construcciones de Meldorek para Sueños Compartidos.
> Patricia Alonso, actual pareja de Sergio y ex directora administrativa de Sueños Compartidos,
> Enrique Reale,
> Ricardo Defalco, de Cambios Trade Travel,
> Eugenio Defalco, hermano de Ricardo y quien reemplazó a González Fernández en la Fundación Plaza de Mayo, y
> Julio Segura, arquitecto.
Dicen que el miércoles 25/05 compartieron un asado en el barrio privado El Patacón, en la zona de La Lonja, donde de los 18 lotes, más de la mitad pertenecen al grupo.
La gran pregunta: ¿y cuál es el rol de Hebe Pastor de Bonafini en todo esto? ¿Es la inocente Madre de Plaza de Mayo estafada por sus protegidos o es una ruin que toleró irregularidades a cambio de que le aseguraran su porción de la torta?
El candidato a jefe de Gobierno porteño Ricardo López Murphy aseguró que el kirchnerismo "está repleto" de casos como el de los hermanos Schoklender.
Durante una recorrida por las comunas 2 y 14 de la ciudad de Buenos Aires, el líder de Convergencia Federal dijo: "La relación de Schoklender con los funcionarios está a la vista. Hace un año recuerdo a (Amado) Boudou y (Abel) Fatala recorriendo las obras realizadas por la fundación de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo".
Algunos recortes dominicales.
Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación, de Ciudad de Buenos Aires, acerca del juez Norberto Oyarbide. Él anticipa que la causa Schoklender regresará a manos del magistrado Marcelo Martínez de Giorgi:
"(...) En la jerga judicial hay un término que se usa para describir el sistema de sorteos: la "puerta de atrás". Según la confesión de varios magistrados, el método consistiría en que una computadora madre, ubicada en una sala distinta de la de los sorteos, digitaría el nombre de los jueces que aparecen luego en la oficina donde se hacen los sorteos.
Si eso fuera cierto, el oficialismo podría manipular los sorteos a través del propio sistema informático y de los funcionarios que se encuentran a cargo de él. En fueros distintos del penal federal circula el testimonio de muchos que aseguran que existen "gestores" para conseguir el sorteo buscado. Un sector del mundo judicial manifiesta desconocer cualquier método de digitación, pero tampoco niega su existencia. Dice no saber, simplemente. Puede explicarse: muchas causas caerían por defectos de origen si esas maniobras se comprobaran.
Un viejo proyecto para crear una base informática unificada está en manos de la Cámara de Casación desde hace mucho tiempo, pero ésta carece siempre de los recursos financieros para concretarla. Ese nuevo sistema informático, invulnerable según los técnicos que tuvieron acceso al proyecto, podría unificar también los sorteos. El problema es que tal proyecto nunca pudo traspasar la frontera hacia su concreción.
La sospecha política y social hacia los sorteos llegó hasta la cima misma del Poder Judicial. Los jueces están preocupados porque sólo la duda sobre la transparencia ya le hace daño a la Justicia, dijeron en despachos cercanos a la Corte Suprema de Justicia.
La preocupación llegó a la propia Cámara Federal, instancia superior a los jueces federales; el cuerpo decidiría en los próximos días sacarle a Oyarbide todo el caso (o parte importante de él) sobre Schoklender y las Madres de Plaza de Mayo. La decisión de la Cámara se respaldaría en que otro juez federal, Marcelo Martínez de Giorgi, recibió antes una denuncia de un abogado particular sobre el caso Schoklender. Martínez de Giorgi es, por lo tanto, el juez original de la causa.
Nunca la Justicia fue tan veloz en la Argentina como en la semana que pasó. El lunes último, un abogado pidió ante Martínez de Giorgi la investigación de Schoklender por lavado de dinero.
El martes, el titular de la Unidad de Información Financiera (UIF), José Sbattella, dijo que estaba buscando pruebas contra Schoklender, después de retener el expediente durante un año.
El miércoles, Sbattella encontró de pronto las pruebas y las giró con urgencia al fiscal Raúl Pleé.
El jueves, Pleé dictaminó que había razones para investigar a Schoklender. Ese mismo día resultó sorteado Oyarbide y otro fiscal, Jorge Di Lello, se hizo cargo de la investigación.
En sólo 24 horas, con un ritmo de vértigo, ya existían una causa abierta, dos fiscales y un juez. Oyarbide sobreactuó de inmediato: ordenó allanamientos y les cerró las fronteras del país a los investigados.
¿Alguien no quería que Martínez de Giorgi avanzara con la denuncia que recibió para que el caso quedara en manos de Oyarbide? Es probable. La Cámara Federal desbarataría esa operación devolviendo próximamente todo el caso a Martínez de Giorgi. (...)".
Eduardo van der Kooy en el diario Clarín, quien afirma que el Ejecutivo Nacional podría desentenderse de darle cobertura a Sergio Schoklender, aunque destaca el apoyo a Hebe de Bonafini: en la marcha en Plaza de Mayo el jueves 02/06 estuvo presente hasta el jefe de la Secretaría de Inteligencia, Horacio Icazuriaga:
"(...) El Gobierno aguantó menos de una semana jugando al distraído sobre el escándalo financiero por la construcción de viviendas que envuelve a Sergio Schoklender.
Y que incomoda a las Madres de Plaza de Mayo.
Florencio Randazzo terminó haciendo, con la venia presidencial, una disección prolija: soltó el brazo al ex apoderado de las Madres y sostuvo que Hebe de Bonafini y su organización pudieron haber sido defraudadas.
En un solo día un fiscal hizo la denuncia contra Schoklender por una presentación que José Sbatella, el jefe de la Unidad de Información Financiera (UIF), mantuvo un año demorada pese al reclamo opositor.
En la misma jornada la causa –por lavado de dinero y fraude al Estado– quedó en manos de Norberto Oyarbide, el juez que maneja, además, temas delicados contra Moyano –la mafia de los remedios– y otros que preocupan al Gobierno. Ejemplo: el envío de mil kilos de cocaína a España en un avión que fue cargado en la Base Aérea de Morón y conducido por pilotos ligados a la Aeronáutica. A raíz del capricho del sorteo, o quizás no, Oyarbide forma parte de un sistema que le resulta políticamente provechoso al kirchnerismo.
Schoklender es el eslabón frágil de esa cadena. En verdad, llegó donde llegó por una imposición de Bonafini que los Kirchner, en su momento, aceptaron. La alianza política es con la titular de las Madres. Por esa razón el ministro del Interior hizo aquella separación. Por eso mismo, fueron varios los ministros que respaldaron a Bonafini. Incluso el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga, apareció en la marcha de los jueves que comanda siempre la mujer.
El escándalo está dejando al descubierto un montón de situaciones necesarias de ser aclaradas. Por lo pronto, afirmaciones de Schoklender sobre su responsabilidad y la de las Madres, saturadas de contradicciones. También habría que determinar cuánto dinero (se habla de $ 300 millones) y en qué condiciones el Gobierno giró a la Fundación de las Madres. La desaprensión en el manejo de los fondos públicos ha sido moneda común del poder kirchnerista. Que muchas cosas extrañas sucedieron en torno a las Madres lo estaría demostrando la perplejidad que, aseguran, exhibe Felisa Miceli cuando revisa la contabilidad de la Fundación. La ex ministra de Economía, amiga de Bonafini, se encarga de darle algún orden a tanto desquicio.
Convendría plantear, por otra parte, un debate más profundo. La conveniencia o posibilidad de que los organismos de derechos humanos, como las Madres de Bonafini, asuman un compromiso político y partidario sin desvirtuar su misión original. Los Kirchner supieron acercarlas, en épocas de precariedad de su poder, con la reapertura de los juicios a los ex represores. Quizá Bonafini pudo suponer que su tarea estaba concluida. Pero la fiscalización de esos derechos básicos es un trabajo que nunca termina, ni cuando la historia de una dictadura parece enterrada. (...)".
Mariano Grondona en el diario La Nación, quien también destaca la defensa kirchnerista de Hebe de Bonafini, y avanza sobre la idea de que la presidenta de la Fundación Madres de Plaza de Mayo no es una víctima inocente de la situación. De ninguna manera:
"(...) Las primeras reacciones del poder frente al caso Schoklender fueron "de manual" ya que, después de tratar de ignorar por breve tiempo el escándalo, algo que demostró ser imposible por la gravedad del caso, concentró la lucha en la trinchera lejana que el administrador de las Madres todavía ocupaba.
El mensaje implícito del Gobierno era que sólo nos hallábamos ante un caso aislado de corrupción en el millonario manejo de las obras de vivienda confiadas a Hebe. Esta excusa apenas sirvió para ganar escaso tiempo, primero por las delicadas conexiones del propio Schoklender dentro del aparato del Estado, por ejemplo cuando Marta Cascales, la mujer de Guillermo Moreno, le facilitó una serie de operaciones inmobiliarias que también habrían implicado al funcionario Abel Fatala, y segundo porque Schoklender, al verse amenazado, comprometió a su vez a Hebe al decir que él sólo había sido uno de sus modestos "apoderados".
Muchos se preguntaron entonces si, así cercado, Schoklender "prendería el ventilador". A partir de esta pregunta, la espiral de la sospecha pública comenzó a desplegarse.
Sin embargo, los voceros del Gobierno se empeñaron en defender a ultranza a la propia Hebe, cual si encarnara por sí sola el símbolo de todas las Madres. Pero la actuación de Hebe como favorita del Gobierno, ¿agota acaso la profunda significación moral de las Madres?
En ningún momento, ni en el oficialismo ni en la oposición se ha pretendido cuestionar el movimiento de reivindicación que ellas representan en defensa de las trágicas víctimas del terrorismo de Estado. Es un precepto ampliamente compartido en nuestro sistema político de que "a las Madres no se las toca". Este precepto que la inmensa mayoría de los argentinos comparte, ¿cubre acaso a la propia Bonafini o ella es, al contrario, una lamentable excepción?
Hubo desgraciadamente una multitud de madres en los trágicos años setenta. Muchas de ellas vieron cómo mataba a sus hijos el funesto terrorismo de Estado. No todas ellas militaron, empero, en las Madres de Plaza de Mayo. Tal fue el caso, por ejemplo, de Graciela Fernández Meijide. Y hubo también otras Madres, las de los hijos abatidos por la subversión terrorista, de las cuales poco y nada se habla. ¿No habría que cubrirlas también a ellas, a partir de hoy, con el manto de la misericordia? (...)".
Fuente: Urgente 24
No hay comentarios:
Publicar un comentario