Un infierno lleno
En Alem no cabe un alfiler. Ni siquiera cabe la gente que vive allí. Hay supuestos restaurantes donde se baila, cafés donde se hacen shows musicales y hay pistas danzantes para cientos de personas. Los bomberos tienen buena intención, del tipo de las que alfombran el infierno.
La nocturnidad ya ha empezado a ser un tema que cobra sentido para los ciudadanos de Mar del Plata, a partir de que los miembros de la Asociación de Fomento del Barrio Playa Grande han hecho oír sus voces en todos los aspectos posibles, hablando del altísimo impacto ambiental que produce en la zona el particular uso comercial que se ha hecho en los últimos años.Sucede que el sector delimitado por las calles Aristóbulo del Valle, Carlos Pellegrini, General Roca y Almafuerte concentra la mayor cantidad de locales dedicados a la actividad nocturna en la ciudad. Tales comercios, oportunamente habilitados como restaurantes, bares, cafés o cafés concert, han ido modificando con los años su actividad hasta constituirse en “discotecas de hecho” donde los asistentes bailan, y por lo tanto se requiere y utiliza una asistencia sonora musical de gran cantidad de decibeles.Pero éste no sería el mayor problema, ya que los vecinos de la zona aún no han comenzado a hablar de la contaminación sonora. El tema preocupante es, en primer término, la concentración de gente.El barrio, por tratarse de una zona residencial en la cual, además de haber la citada actividad comercial, viven familias, no ha sido diagramado para actividad comercial de alto impacto, y menos para la gran concentración vehicular. En realidad, la interpretación de la normativa y sus sucesivas modificaciones han llevado a un cuello de botella del que algunos prefieren no hablar, otros están preocupados previendo consecuencias trágicas, y otros directamente no pueden vivir.El tema central son los factores de ocupación. Es decir, el número de ocupantes que un local puede aceptar, cifra que es estimada por la Dirección de Bomberos que depende del Ministerio de Seguridad. Tal número es otorgado y exhibido de manera pública en cada local y, según ha afirmado el capitán Jorge Núñez en entrevista en la 99.9, se verifica cada seis meses, momento en el cual se realizan nuevas inspecciones: se vuelve a medir la superficie, y se evalúa la posibilidad de que los propietarios hayan realizado reformas que reduzcan o amplíen el espacio disponible. Según afirma Núñez, se basan en la Ley de Seguridad e Higiene 19.587, en la resolución 2.740, y en el decreto 12/05.Hasta aquí, y de cumplirse lo citado, parece que no debería haber problemas. Pero sucede que los representantes del barrio -específicamente Guillemo Barañano, presidente de la Asociación- informan que los certificados de factores de ocupación han sido otorgados legalmente, pero son irregulares. ¿Cómo es posible?Sucede que los requerimientos legales actuales indican que los comercios habilitados para la zona soportan un factor de hasta 1 ocupante cada 3 metros cuadrados, lo cual haría que en el barrio se reunieran en un momento de fin de semana hasta 2.000 personas simultáneamente, cosa que sería perfectamente tolerable: implicaría unos 300 vehículos.Pero en octubre de 2005, y por la presión de los llamados bolicheros, se produjo una reforma por medio de la ordenanza 17.075, que otorgaba la posibilidad de incluir hasta 1 asistente por metro cuadrado, de la misma manera que se permite en una disco de la zona de Avenida Constitución. Sin embargo, en Playa Grande no se han habilitado discotecas porque no lo contempla el uso de suelo. De todas maneras, los certificados antisiniestrales de factor de ocupación se otorgaron de esa manera.De todas formas, aquella ordenanza agregaba que esto se haría por una prueba de doce meses, situación de la que ha sido bastante difícil bajarse.Con tales argumentos los vecinos lograron su derogación, es decir volver a los 3 metros cuadrados para cada asistente a través de la nueva ordenanza 18 300. Para Barañano, este triunfo no apareció a consecuencia de una preocupación humana, sino porque el cuerpo de concejales tomó conciencia de que cualquier tragedia de dimensiones que se produjera en la zona los dejaría como directos implicados. Habían abarrotado una zona que no permitía sostener semejante cantidad de personas y coches. Pero claro, ahora apareció el problema de hacer cumplir el cambio.Que haya 1 asistente por metro cuadrado lleva al sector unas 6.000 personas, pero la realidad es que en invierno hay unas 15.000, y en verano hasta 30.000. Una locura cuyo impacto ambiental es prácticamente inmedible.A la hora de delimitar responsabilidades, deberíamos pensar nuevamente en la que le cabe al capitán Núñez de Bomberos, que según Barañano, “mide lo que ve”, es decir si ve baile contempla baile, aunque las claras resoluciones dicen textualmente que se prohíbe en la zona la actividad bailable, incluida la que surge de manera espontánea.Núñez se rige por la reglamentación provincial, y asegura que es muy estricto al respecto, y que no bajará los brazos, pero cita en las actas de infracción un decreto 12/05 que ha sido catalogado de anticonstitucional, es decir que ya sabe que sus presentaciones ante los juzgados de faltas no prosperarán y por lo tanto sus responsables serán sobreseídos. De hecho su Dirección negó por nota la documentación requerida a la Defensora del Pueblo local, ya que ella no tendría potestad para tal solicitud.De todas formas, Barañano sigue en sus acciones. Considera como muy positivo que el Defensor del Pueblo de la Nación haya exhortado al Ministerio de Seguridad de la provincia a prestar atención al tema, porque es de ese organismo que depende Bomberos. Sabe que la Defensoría no tiene poder de policía ni capacidad de iniciar gestiones judiciales, pero de la misma manera confía en que sus acciones resulten positivas. “Hasta ahora se sabía que algo ocurría en Alem, pero nadie sabía qué era”, dice Barañano.Habrá que ver quién logra deshacer este tumulto en el borde del limbo. El intendente ha dicho que estará resuelto para el 2009, pero no parece posible, porque se aduce una carta acuerdo firmada con la Armada, que alguien dijo que sería el puntapié inicial para que las actividades nocturnas se trasladaran a la zona de la Escollera Norte, lo cual no es cierto. Porque el documento indica específicamente, en el punto 8, que se aceptarán actividades que tengan que ver específicamente con la marinería, rubro en el cual no parecen estar incluidos los boliches de Alem, como no vayan a decir que tomar ron acodado en una barra y cometer ciertas acciones de piratería sean actividades que se asemejan al oficio del mar.Es decir que hasta el momento lo único que hay es una carta de intención firmada entre el Ejecutivo municipal, la provincia de Buenos Aires, los comerciantes del sector y nadie más, porque los vecinos sólo fueron invitados no firmantes. Pero de buenas intenciones, dijimos, está el infierno lleno. Hoy hay un jefe de bomberos convencido de su buena intención. Sobre el metro cuadrado por comensal en un restaurante que en realidad es un boliche después de las doce de la noche, no sabe no contesta. Sigue hablando de que él es muy estricto, aunque invoque en sus infracciones una resolución que sabe inconstitucional y vía libre para el sobreseimiento y la anulación de la falta. Viven todos en el limbo.
La nocturnidad ya ha empezado a ser un tema que cobra sentido para los ciudadanos de Mar del Plata, a partir de que los miembros de la Asociación de Fomento del Barrio Playa Grande han hecho oír sus voces en todos los aspectos posibles, hablando del altísimo impacto ambiental que produce en la zona el particular uso comercial que se ha hecho en los últimos años.Sucede que el sector delimitado por las calles Aristóbulo del Valle, Carlos Pellegrini, General Roca y Almafuerte concentra la mayor cantidad de locales dedicados a la actividad nocturna en la ciudad. Tales comercios, oportunamente habilitados como restaurantes, bares, cafés o cafés concert, han ido modificando con los años su actividad hasta constituirse en “discotecas de hecho” donde los asistentes bailan, y por lo tanto se requiere y utiliza una asistencia sonora musical de gran cantidad de decibeles.Pero éste no sería el mayor problema, ya que los vecinos de la zona aún no han comenzado a hablar de la contaminación sonora. El tema preocupante es, en primer término, la concentración de gente.El barrio, por tratarse de una zona residencial en la cual, además de haber la citada actividad comercial, viven familias, no ha sido diagramado para actividad comercial de alto impacto, y menos para la gran concentración vehicular. En realidad, la interpretación de la normativa y sus sucesivas modificaciones han llevado a un cuello de botella del que algunos prefieren no hablar, otros están preocupados previendo consecuencias trágicas, y otros directamente no pueden vivir.El tema central son los factores de ocupación. Es decir, el número de ocupantes que un local puede aceptar, cifra que es estimada por la Dirección de Bomberos que depende del Ministerio de Seguridad. Tal número es otorgado y exhibido de manera pública en cada local y, según ha afirmado el capitán Jorge Núñez en entrevista en la 99.9, se verifica cada seis meses, momento en el cual se realizan nuevas inspecciones: se vuelve a medir la superficie, y se evalúa la posibilidad de que los propietarios hayan realizado reformas que reduzcan o amplíen el espacio disponible. Según afirma Núñez, se basan en la Ley de Seguridad e Higiene 19.587, en la resolución 2.740, y en el decreto 12/05.Hasta aquí, y de cumplirse lo citado, parece que no debería haber problemas. Pero sucede que los representantes del barrio -específicamente Guillemo Barañano, presidente de la Asociación- informan que los certificados de factores de ocupación han sido otorgados legalmente, pero son irregulares. ¿Cómo es posible?Sucede que los requerimientos legales actuales indican que los comercios habilitados para la zona soportan un factor de hasta 1 ocupante cada 3 metros cuadrados, lo cual haría que en el barrio se reunieran en un momento de fin de semana hasta 2.000 personas simultáneamente, cosa que sería perfectamente tolerable: implicaría unos 300 vehículos.Pero en octubre de 2005, y por la presión de los llamados bolicheros, se produjo una reforma por medio de la ordenanza 17.075, que otorgaba la posibilidad de incluir hasta 1 asistente por metro cuadrado, de la misma manera que se permite en una disco de la zona de Avenida Constitución. Sin embargo, en Playa Grande no se han habilitado discotecas porque no lo contempla el uso de suelo. De todas maneras, los certificados antisiniestrales de factor de ocupación se otorgaron de esa manera.De todas formas, aquella ordenanza agregaba que esto se haría por una prueba de doce meses, situación de la que ha sido bastante difícil bajarse.Con tales argumentos los vecinos lograron su derogación, es decir volver a los 3 metros cuadrados para cada asistente a través de la nueva ordenanza 18 300. Para Barañano, este triunfo no apareció a consecuencia de una preocupación humana, sino porque el cuerpo de concejales tomó conciencia de que cualquier tragedia de dimensiones que se produjera en la zona los dejaría como directos implicados. Habían abarrotado una zona que no permitía sostener semejante cantidad de personas y coches. Pero claro, ahora apareció el problema de hacer cumplir el cambio.Que haya 1 asistente por metro cuadrado lleva al sector unas 6.000 personas, pero la realidad es que en invierno hay unas 15.000, y en verano hasta 30.000. Una locura cuyo impacto ambiental es prácticamente inmedible.A la hora de delimitar responsabilidades, deberíamos pensar nuevamente en la que le cabe al capitán Núñez de Bomberos, que según Barañano, “mide lo que ve”, es decir si ve baile contempla baile, aunque las claras resoluciones dicen textualmente que se prohíbe en la zona la actividad bailable, incluida la que surge de manera espontánea.Núñez se rige por la reglamentación provincial, y asegura que es muy estricto al respecto, y que no bajará los brazos, pero cita en las actas de infracción un decreto 12/05 que ha sido catalogado de anticonstitucional, es decir que ya sabe que sus presentaciones ante los juzgados de faltas no prosperarán y por lo tanto sus responsables serán sobreseídos. De hecho su Dirección negó por nota la documentación requerida a la Defensora del Pueblo local, ya que ella no tendría potestad para tal solicitud.De todas formas, Barañano sigue en sus acciones. Considera como muy positivo que el Defensor del Pueblo de la Nación haya exhortado al Ministerio de Seguridad de la provincia a prestar atención al tema, porque es de ese organismo que depende Bomberos. Sabe que la Defensoría no tiene poder de policía ni capacidad de iniciar gestiones judiciales, pero de la misma manera confía en que sus acciones resulten positivas. “Hasta ahora se sabía que algo ocurría en Alem, pero nadie sabía qué era”, dice Barañano.Habrá que ver quién logra deshacer este tumulto en el borde del limbo. El intendente ha dicho que estará resuelto para el 2009, pero no parece posible, porque se aduce una carta acuerdo firmada con la Armada, que alguien dijo que sería el puntapié inicial para que las actividades nocturnas se trasladaran a la zona de la Escollera Norte, lo cual no es cierto. Porque el documento indica específicamente, en el punto 8, que se aceptarán actividades que tengan que ver específicamente con la marinería, rubro en el cual no parecen estar incluidos los boliches de Alem, como no vayan a decir que tomar ron acodado en una barra y cometer ciertas acciones de piratería sean actividades que se asemejan al oficio del mar.Es decir que hasta el momento lo único que hay es una carta de intención firmada entre el Ejecutivo municipal, la provincia de Buenos Aires, los comerciantes del sector y nadie más, porque los vecinos sólo fueron invitados no firmantes. Pero de buenas intenciones, dijimos, está el infierno lleno. Hoy hay un jefe de bomberos convencido de su buena intención. Sobre el metro cuadrado por comensal en un restaurante que en realidad es un boliche después de las doce de la noche, no sabe no contesta. Sigue hablando de que él es muy estricto, aunque invoque en sus infracciones una resolución que sabe inconstitucional y vía libre para el sobreseimiento y la anulación de la falta. Viven todos en el limbo.
Fuente : Noticias y Protagonistas
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