El diario la Nacion del día 30 de agosto confirmaba lo que ya todos los trabajadores sabíamos. La mitad de nuestro sueldo, de nuestro esfuerzo y sacrificio termina en manos del neofeudalismo justicialista y sus amigos. Pagamos impuestos al valor del primer mundo, pero a cambio de absolutamente nada.
Los contribuyentes somos prisioneros de un estado confiscatorio, que sostiene su poder en la ignorancia y en la miseria que engendra.
Ni siquiera saben cuidar la integridad física de quienes aun les damos de comer.
Asesinan a una persona cada 4 horas tan solo en el gran Buenos Aires y hay más de 2 millones de individuos con prontuario en toda la provincia. Los hospitales colapsados y la educación degradada. Un merito indiscutible de la justicia social.
No me queda claro exactamente que es el justicialismo. Si López Rega, Menem, Adelina de Viola, o Felipe Sola. Si Cafiero, Duhalde o D’Elia, el compañero Moyano o los Kirshner.
No cabe duda que el peronismo ha tenido una doctrina y un proyecto, pero el justicialismo carece de cualquier regla o valor que no pase por defender su nomenclatura. Son improvisados tocando sin partitura. Sin talento ni virtud invitan la vuelta que pagamos los dueños del Bar, para que el público sediento los aplauda. Se dicen herederos de un populismo, hace tiempo asesinado por su propia codicia. Pero en la práctica están tan lejos del amor del pueblo, como la inquisición lo estuvo del cristianismo.
El peronismo sin Perón es como un estadio de fútbol sin jugadores. Como el agua sin un átomo de hidrogeno. Como el fuego sin oxigeno.
Insisto sobre que no se muy bien que cosa es el justicialismo. Pero me queda claro que hace mas de 20 años que vienen devorándose este país con desfachatada impunidad.
Que lograron transformar a la Nación en una republiqueta irrelevante a la justa medida de su clase y de sus aspiraciones. A la pobreza en miseria y al delito en un mal endémico.
Solo se que se titulan a si mismos de la manera mas inadecuada y que son en esencia todo aquello por lo que dicen espantarse y aborrecer hasta las nauseas. Son ellos la oligarquía, la barbarie, la injusticia y la corrupción.
Desde mi visión personal, el justicialismo no es más que un titulo donde se ampara la legitimidad de una banda de oportunistas sin escrúpulos con el único fin de saquear el país. Y otra banda de acomodaticios obsecuentes que les baila en torno.
Ningún ejemplo más acabado ha conseguido la pobre historia democrática Argentina, de corrupción, prepotencia y avasallamiento de las instituciones.
Muy por encima del tedioso ejercicio de la retórica barata, son los hechos y tan solo ellos, los únicos elementos con los que se construye la realidad. La verdad no deriva de ningún modo de la autoridad, ni mucho menos del autoritarismo.
Es pecar de ingenuidad el suponer que el justicialismo se equivoca. Por el contrario ha sido siempre coherente con su propósito y su valor espiritual. Los intereses personales por encima del bien común dan como resultado el país que hoy tenemos.
Ningún vestigio de grandeza puede encontrarse en una piara insaciable.
Cristina podrá seguir pintando sus discursos del color ideológico que mas le guste, pero desde el acto estético, esta mucho mas cerca de Maria Antonieta que de Juana de Arco.
Carlos Eduardo Vasile
DNI: 12200803
eduvasile@hotmail.com
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