MAURICIO TE ESCUCHA
Corría mayo de 2008 cuando Néstor Daniel Leonardo –marido de Sandra Macri y, por consiguiente, cuñado de Mauricio– atendió una llamada telefónica de su suegro...El espionaje macrista se extiende a la propia familia del jefe de gobierno. Una herencia en juego. Y un futuro incierto del PRO. Autor: Ricardo Ragendorfer
Corría mayo de 2008 cuando Néstor Daniel Leonardo –marido de Sandra Macri y, por consiguiente, cuñado de Mauricio– atendió una llamada telefónica de su suegro. En aquella ocasión, pese a la hora –eran las tres de la madrugada– la voz de don Franco sonaba afable. Y le propuso tomar un café a la mañana siguiente. Leonardo no tuvo dudas de que el motivo de la convocatoria era la salud de su esposa, ya que por entonces ella estaba internada en el Hospital Italiano. No fue exactamente así.
–¿Vos sabés bien a qué viniste?– le lanzó el anciano magnate, casi a boca de jarro; su mirada irradiaba un extraño brillo.
–Para hablar de Sandra– contestó el yerno, no sin cierta sorpresa.
En ese instante, el factótum del grupo Socma montó en cólera y, mientras golpeaba la mesa con violencia, empezó a bramar:
–¡Alejate de mi hija!
–¡Alejate de mi hija!
Y, luego, siempre a los gritos, agregó:
–Vos sabés lo que económicamente necesitás. ¿Cuanto querés?
–Vos sabés lo que económicamente necesitás. ¿Cuanto querés?
Leonardo, no sin candor, le dijo:
–El amor, Franco, no se compra.
–El amor, Franco, no se compra.
Fue la última vez que ambos se vieron.
Unos días después, el entonces auxiliar de inteligencia de la Policía, Ciro Gerardo James, recibió instrucciones para concretar una delicada misión: intervenir el teléfono de un mentalista, sanador y parapsicólogo. Una mueca burlona se adivinó en el rostro del espía. En su carrera de fisgón había recibido pedidos extraños como este, y estaba acostumbrado a no hacer preguntas innecesarias. Aunque tal vez sabría que el interés en el hombre que debía espiar no estaba centrado en sus poderes ocultos sino en cuestiones más terrenales: el hombre era nada menos que el cuñado del jefe de Gobierno porteño. Unos días después, el ahora afamado agente secreto firmaría su primer contrato de locación con el Ministerio de Educación de la Ciudad.
En la mañana del jueves pasado, el juez federal Norberto Oyarbide le tomó declaración como testigo a Lorenzo, tras comprobar que su teléfono celular estuvo pinchado entre mayo y junio de 2008. El esposo de Sandra reveló con detalles las amenazas que sufría de parte de la familia Macri.
El magistrado constató dicha intervención a través del listado de escuchas que el ex federal retiraba puntualmente de Side. Y que la maniobra –al igual que los casos de Sergio Burstein, Carlos Ávila, su yerno, Federico Infante el abogado Francisco Castex y dos ejecutivos del supermercado Coto– se hizo con la inestimable colaboración de los jueces misioneros Horacio Gallardo y José Luis Rey, quienes a tal efecto involucraron falsamente a Lorenzo en una causa criminal tramitada en Posadas. Ambos magistrados –que en su momento esquivaron la entrega de las escuchas a un enviado de Oyarbide huyendo por una ventana– ya están citados a indagatoria para este martes. En tanto, intentan esquivar dicho trámite mediante un recurso para que el expediente se tramite en Misiones.
Lo cierto es que el escándalo del macrigate fue salpicando en forma escalonada a sus principales actores. Si a partir del 2 de octubre –que es cuando James fue detenido– el peso de la investigación empezó a apuntar sobre el ex jefe de la Policía Metropolitana, Jorge Fino Palacios, en los días subsiguientes el peso de la responsabilidad política escaló hacia los ministros de Seguridad y Educación, Guillermo Montenegro y Mariano Narodowski, quienes ensayaron una penosa justificación al respecto el la legislatura porteña.
Pero ahora –tras la disparatada acusación de que James era en realidad un infiltrado a sueldo del Poder Ejecutivo nacional– el descubrimiento del espionaje ejercido sobre el cuñado de Macri no hizo sino elevar el horizonte de la pesquisa hacia su propia persona. Y no se descarta que el ex presidente de Boca sea llamado próximamente a indagatoria.
Por lo pronto, la oposición ya le pidió explicaciones por el tema puntual de su cuñado y tampoco se descarta una inminente interpelación.
En tanto, otro nubarrón judicial ensombrece al Ministerio de Seguridad: uno de sus funcionarios, el contador Guillermo Rodríguez, a cargo de la estratégica Unidad de Organización Administrativa de la Policía Metropolitana, fue –según adelantó el sitio Informe Reservado– fue procesado por Oyarbide junto con Miguel Ángel Toma en una causa que investiga la adjudicación irregular de trabajos a una constructora con sobreprecios superiores al 280 por ciento, cuando éste último era titular de la Secretaría de Seguridad en la época de Carlos Menem. Así las cosas.
La sagrada familia. Sandra, es una especie de oveja negra del clan Macri. En el verano de 2004 se casó con Leonardo, un enfermero devenido en sanador. Para don Franco, se trataba de un don nadie que estaba causando problemas a la familia.
En el juzgado de Oyarbide sospechan que la coincidencia entre el ingreso de James como asesor legal del Ministerio de Educación y la intervención del teléfono del cuñado no es azarosa: se trataría de la primera misión orgánica asignada al espía. Éste, en consecuencia, debía ser de la más íntima confianza del jefe de Gobierno.
Nunca hasta ahora, el escándalo de las escuchas telefónicas había involucrado tan directamente a Mauricio. En este caso, el aparato de espionaje montado por el Gobierno de la Ciudad se usó para dirimir una interna familiar-empresarial. Y el espía que realizó el trabajo sucio recibió su paga con el ya mencionado nombramiento.
El celular de Leonardo fue pinchado mientras los Macri libraban una dura batalla comercial por el control de Socma. El litigio había comenzado en 2007, cuando Franco vendió su parte accionaria a otro integrante de la familia, Ángelo Calcaterra, que se quedó con los dos baluartes más lucrativas del holding: la constructora Iecsa y Creaurban, dedicada a la recolección de residuos.
Calcaterra estaba siendo investigado por sobreprecios en obras públicas, pero antes de asumir como ministro de Seguridad, el ex juez Guillermo Montenegro archivó esa causa.
En su declaración, Leonardo contó los pormenores de las intrigas y disputas entre los Macri. “Creo, sin posibilidad de error, que el señor. Franco habrá hablado con Mauricio a los efectos de que violaran mi intimidad por medio de la pinchadura de mi teléfono. Tanto Mauricio como Franco tienen interés en que yo desaparezca de la familia”, afirmó Leonardo en el juzgado.
Después del primer ofrecimiento de dinero para que se divorciara, a Sandra le retiraron “el pago de dividendos que cobra como accionista de la empresa Socma, en donde detenta el 20 por ciento de las acciones, como así también los intereses por fideicomisos que tenía fuera del país”.
Detalló que ella tenía un “patrimonio de 18 millones de pesos” en la empresa familiar, pero por una rectificación presentada en mayo de 2008 ante la Afip por “los contadores de Socma, su patrimonio se redujo a cinco millones de pesos”. Hubo maniobras destinadas a “insolventar a mi esposa”, sostuvo.
Detalló que ella tenía un “patrimonio de 18 millones de pesos” en la empresa familiar, pero por una rectificación presentada en mayo de 2008 ante la Afip por “los contadores de Socma, su patrimonio se redujo a cinco millones de pesos”. Hubo maniobras destinadas a “insolventar a mi esposa”, sostuvo.
Recién, en mayo de este año, los miembros del clan hicieron las paces, aclarando las cuentas mediante una “sucesión anticipada” que les permitía a las hermanas seguir ligadas a la sociedad pero sin influir en la toma de decisiones. Leonardo siempre fue visto por el resto de los Macri como una amenaza para Socma.
Este no sería el capítulo final del culebrón. En la próxima semana se sabrá la identidad de otras 20 víctimas del affaire. Lo que sí, el PRO cumplió uno de sus ejes de campaña: “Mauricio te escucha”.
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