8/11/09

POLITICA - BAILANDO EN LA CUBIERTA DEL TITANIC

LOS DE PEOR IMAGEN

Néstor Kirchner denuncia que Eduardo Duhalde busca el caos. Es cierto que Duhalde solamente tiene posibilidades en un escenario de caos, según las investigaciones de opinión pública. Pero también lo es que a Kirchner le conviene Duhalde porque es el único que mide igual o peor que él. En ese escenario, Hugo Moyano es poderoso. También lo son los piqueteros. Y la Argentina se acerca a su Bicentenario resultando una caricatura de lo que fue..


Desolador cierto texto del columnista político dominical del diario rosarino La Capital, Mauricio Maronna. En su reflexión semanal afirma: El aguante de Eduardo Duhalde a Carlos Reutemann tiene fecha límite: marzo de 2010. Será en ese mes cuando el Lole al fin diga “sí” y quede instalado como candidato a la Presidencia.

¿Duhalde le hace el 'aguante' a Reutemann? Duhalde no le puede hacer el 'aguante' ni al propio Duhalde... Fantasías de quien se lo haya contado a Maronna.

Si Duhalde pudiera hacerle el 'aguante' a alguien sería a él mismo pero sus ambiciones no despegan. Solamente un escenario de caos ubica a Duhalde con posibilidades, según las encuestas.

Curiosamente la denuncia de la conspiración hacia el caos es lo único que imagina Kirchner porque se ha quedado escaso de política. Lo suyo son chicanas, disputas, peleas, y la política es algo más que eso.

Por eso es que Kirchner destruye pero no puede construir ni para él mismo.

A Kirchner le conviene Duhalde porque es el único que mide igual o peor que él. Pero la opinión pública opina diferente.

Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde son los dirigentes políticos con mayor descrédito de la Argentina. ¿Cómo, entonces, sería Duhalde, sin credibilidad y sin poder ni votos, quien instale a Reutemann como candidato?

Duhalde no pudo convencer a Reutemann en 2003, cuando se suponía que el bonaerense era poderoso, ¿podría presionarlo hoy día, cuando él es una sombra del que fue?

Suponer eso equivale a intentar que Reutemann no sea candidato porque él solamente será candidato por sí mismo. No será candidato por un ex protagonista de la política como lo es Eduardo Duhalde, hoy día una invención de un reiterado perdedor en Catamarca, Luis Barrionuevo, quien solamente puede ganar comicios como los ganan los jerarcas sindicales: 'dibujando' el padrón.

La realidad es que ubicarse afuera del escenario fue la decisión más inteligente que concretó Reutemann para defender cualquier vestigio de su precandidatura. Algo similar hizo, a su manera, Julio Cobos. Y es lo que le han aconsejado a Francisco de Narváez.

Al correrse todos, le obsequiaron el escenario a Mauricio Macri, quien cometió el descomunal error de aceptar el convite, y desde entonces, además de sus errores, él sufre el enojo, la crueldad, el desencanto y la frustración de Néstor Kirchner.

La impotencia de Kirchner es considerable. Él intenta explicar su derrumbe popular en el auge de conspiraciones. Todo es una conspiración: desde la inseguridad hasta el desempleo. Todo es parte de un intento para apartarlo de un futuro glorioso. Kirchner derrocha fantasías.

Dicen, en la Casa Rosada, que Kirchner va a ser candidato, pero que, en última instancia, esa decisión deberá adoptarla una vez que se asegure dos supuestos: que tenga todo abrochado como para no encontrarse con sorpresas cuando llegue el momento de la interna peronista. Se entiende el comentario de la fuente: una impensada derrota de Kirchner frente a Duhalde o ante otro postulante del peronismo, como podrían ser Reutemann o el mismo Solá, sería, lisa y llanamente, una catástrofe que repondría los peores fantasmas de una entrega anticipada del poder y rápido repliegue táctico a los aposentos frente al Perito Moreno. El otro es más complicado de zanjar: deberá mejorar su imagen ante la sociedad, que hoy lo ha condenado al fondo de las preferencias en cualquier encuesta que no sea las que encarga la inteligencia estatal.

Volvamos a la estrategia oficial para mejorar la imagen a Kirchner. Es probable, de acuerdo con esos indicios, que su decisión de llamar, el jueves último, a una reunión que mantenía el ministro de Agricultura con dirigentes de la Mesa de Enlace y pedir que le pasaran el celular a uno de los convocados, sea parte de esos enjuagues de laboratorio. Podría ser así, después de escuchar a Kirchner asegurar a su inesperado interlocutor que no guarda rencores por aquella batalla perdida de julio de 2008. Los alquimistas deberían mejorar sus brebajes: el santacruceño guarda un odio cargado de rencor contra aquellos actores que lo pusieron al borde de la ruina política y su deseo de venganza no se agotará jamás.

La otra estrategia, igualmente estrambótica, fue la orden impartida directamente por Kirchner a Emilio Pérsico y Luis D'Elía para que montaran una marcha sobre la avenida 9 de Julio, un día después de que organizaciones piqueteras opositoras, o llenas de ofensa por haber sido dejadas de lado a la hora del reparto de puestos de trabajo a las cooperativas del plan anunciado, tiempo atrás, por Cristina Fernández, enloquecieran a los porteños con la toma, durante más de treinta horas, de esa arteria clave del centro de la ciudad. Dicen que fue una especie de "contramarcha" para mostrar a los medios y a la gente que mira televisión que "la calle también apoya a Kirchner", como deslizó uno de aquellos dos organizadores.

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