LA IGLESIA PREOCUPADA POR LA COYUNTURA ACTUAL
La Iglesia habla cada vez más fuerte de corrupción, aunque en ocasiones apele a términos "religiosos", como crisis ética o ausencia de valores morales, para describir una situación que, aseguran los obispos, se hace cada vez evidente en la sociedad argentina, sobre todo entre quienes deben ejercer la función pública.
La Iglesia habla cada vez más fuerte de corrupción, aunque en ocasiones apele a términos "religiosos", como crisis ética o ausencia de valores morales, para describir una situación que, aseguran los obispos, se hace cada vez evidente en la sociedad argentina, sobre todo entre quienes deben ejercer la función pública.
Las señales de alerta no son nuevas, pero algunos referentes eclesiásticos y documentos episcopales están haciendo notar las consecuencias de ese "flagelo".
Los prelados no refieren a casos puntuales como la causa por la mafia de los medicamentos que salpica a gremios tradicionales, ni a la investigación por supuesto enriquecimiento injustificado que pesa sobre el matrimonio presidencial, como también de funcionarios y ex funcionarios.
Sin embargo, los obispos consultados por DyN dicen que "todo hecho de esa naturaleza que afecte a la persona o a la sociedad en su conjunto es condenable", incluso aquellos que escandalizan a la propia Iglesia, como sacerdotes acusados de abusos a menores de edad.
Un veterano obispo, conocido por su lucha por los derechos humanos, fue quien definió la preocupación de la Iglesia por el tema, que “según voceros” es más que "una sensación".
"La corrupción es como los elefantes: difícil de descubrir pero fácil de reconocer. Algo así pasa con la corrupción en la sociedad argentina. Medio mundo señala a otro medio mundo como corrupto. Lo difícil es encontrar dónde está la realidad de la corrupción", reflexionó el obispo Miguel Hesayne, en un escrito reciente llamando a luchar contra esa "hierba venenosa".
Pero fue el papa Benedicto XVI quien repuso el tema en la agenda política. Fue el pasado 28 de noviembre, cuando delante de la presidenta Cristina Fernández y su par chilena Michelle Bachelet, recordó que la paz también se preserva cuando los gobiernos luchan "contra la pobreza y la corrupción".
La frase irritó a la Casa Rosada. No porque la haya dicho el Pontífice ?explicaron a esta agencias fuentes gubernamentales? sino porque quienes lo hicieron notar fueron los medios argentinos, en particular las tapas de dos matutinos, mientras que del otro lado de la Cordillera de los Andes apenas aparecía como una referencia.
La diputada kirchnerista Patricia Vaca Narvaja calificó de "manipuladores y tergiversadores de la verdad" a quienes publicaron ese párrafo del discurso papal. Un concepto similar al que recurrió el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en agosto pasado para criticar a la prensa por "interpretar" el mensaje del Papa advirtiendo sobre "el escándalo de la pobreza" en el país.
Pero la génesis de esos dos textos pontificios son los informes sobre la realidad socio-político pastoral de la Argentina que los obispos presentaron ante la Santa Sede entre marzo y abril de este año.
Aquellos balances quinquenales citaban, en la mayoría de los casos, el documento "Hacia el bicentenario en justicia y solidaridad", de noviembre de 2008, donde el Episcopado lamentó que "no se haya podido erradicar un histórico clima de corrupción" y tampoco "el mal del clientelismo político, alimentado por la distribución de subsidios que no siempre llegan a los que menos tienen".
Fue precisamente en el contexto de esas visitas al Vaticano que la Iglesia se cruzó con el Gobierno por el tema de la corrupción.
El disparador fue una declaración del secretario general del Episcopado, obispo Enrique Eguía Seguí, a Radio Vaticana: "La corrupción, la búsqueda de encontrarle siempre la vuelta a la ley, no es algo que ha quedado en el nivel privado, sino que se ha institucionalizado, parece prevalecer una cultura en la que solamente de esa manera se puede progresar, e indudablemente los que más sufren son los más pobres y excluidos, porque con este sistema ético la riqueza se sigue concentrando".
La frase reabrió entonces el debate, pese a que, ante la presión de funcionarios y diplomáticos, los dichos del prelado porteño fueron después relativizados y hasta negados desde la Iglesia. Pero aquellas fricciones con Balcarce 50 no echaron por tierra trascendió la idea de los obispos de reinstalar el tema de la corrupción, al que consideran "harto preocupante".
Por eso, en aquella oportunidad se escuchó al cardenal Bergoglio lamentar "semejante batifondo" por una advertencia que "no es nueva. Lo hemos denunciado en numerosas ocasiones, y bastante recientemente", recordó el primado argentino en alusión al documento episcopal.
Lejos de calmarse las aguas, hoy persiste el malestar eclesial en este sentido, por lo que no se descarta que, en forma personal, los obispos vuelvan a hablar de corrupción en los próximos días, en ocasión de los habituales mensajes de Navidad.
Autor: Guillermo Villarreal - DyN
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