Keynesianismo total en la Argentina 2010
Esto no lo dijo el ex presidente y actual diputado de la Nación, sino que lo afirman los analistas, y también los protagonistas, es decir, los productores de bienes primarios y manufacturados.
Pero ninguno de ellos tuvo la osadía de plantear una suba del PBI real de 7%, sino de aproximadamente la mitad.
Fuente: Juan Carlos de Pablo. Economista. Columnista de Revista Fortuna
En vísperas de la pasada Navidad Néstor Kirchner afirmó que en el año que comienza el PBI real crecerá 7%. Porque de esta manera la economía sustituirá las malas noticias que provendrán en el plano político, particularmente cuando a partir del 1º de marzo próximo sesione el Congreso Nacional
¿Por qué habría de aumentar el PBI este año?
Porque Dios se apiadó de nosotros desde el punto de vista climático, y por consiguiente la cosecha (particularmente de soja) será mayor que la de 2009 (aunque menor que la de 2008), y porque la reactivación económica –particularmente en Brasil y China– aumentará la producción local de bienes exportables.
Esto no lo dijo el ex presidente y actual diputado de la Nación, sino que lo afirman los analistas, y también los protagonistas, es decir, los productores de bienes primarios y manufacturados.
Pero ninguno de ellos tuvo la osadía de plantear una suba del PBI real de 7%, sino de aproximadamente la mitad.
¿Cómo es que el Gobierno va a lograr que el aumento del PBI real pase de 3,5% al doble?
En la expresión de Néstor Kirchner, porque “se inyectarán fondos en la calle”.
La pretensión es para tomar en serio. Desde la renuncia de Roberto Lavagna al Ministerio de Economía, a fines de 2005, nadie mira al Palacio de Hacienda en busca de pistas referidas al presente y al futuro de la política económica argentina. Todos miran a la quinta de Olivos y, con el mayor de los respetos, no precisamente al atril desde el cual habla la Presidenta de la Nación.
Cuando digo que la pretensión es para tomar en serio, no solamente me refiero al protagonismo decisorio de quien la formuló, sino también al hecho de que es congruente con otra serie de medidas. Por ejemplo, la utilización del uso de reservas del Banco Central para cancelar compromisos de deuda pública durante 2010. Hace unos días el ministro de Economía afirmó que aunque se consigan créditos nuevos, igual la deuda pública se abonará con reservas. Lo cual quiere decir que el destino de los referidos créditos será… el aumento del gasto público.
Sólo Dios sabe si en la Argentina 2010 John Maynard Keynes aplaudiría lo que intentará hacer el Poder Ejecutivo. Pero desde el punto de vista de la política económica esto es irrelevante. Lo que es relevante es el instrumental que se va a utilizar y los resultados que pueden esperarse.
No hay límites para “inyectar fondos en la calle”. Porque sin la restricción impuesta por la Convertibilidad se puede emitir sin límite, y porque siempre se puede crear algún programa para aumentar los gastos públicos. Los piqueteros que durante diciembre de 2009 bloquearon frecuentemente la avenida 9 de julio son candidatos obvios para recibir fondos, como también lo son los maestros, las enfermeras, los bomberos, los jubilados, etc.; la lista es infinita.
Cuando tenía que exponer en clase el efecto de aumento en la emisión monetaria, Milton Friedman ejemplificaba con el caso del helicóptero del cual caían billetes. Supongo que nunca imaginó que podría tener en el actual Gobierno argentino, su discípulo más ferviente.
Pero así como no hay límites en la emisión monetaria y el aumento del gasto público, los hay en el logro de resultados reales. Los economistas llevamos en la sangre la distinción entre variables en términos nominales y reales. Mi familia también tenía claro el concepto, aunque no necesariamente la nomenclatura; sabían diferenciar un aumento salarial en pesos, de una suba del poder adquisitivo de lo que ganaban. Una cosa es aumentar la demanda agregaagregada, vía gasto público, a la salida de una recesión, como ocurriera en 2002-2003; otra cosa bien diferente es intentar ponerse de pie tomándose las orejas y tirando para arriba. Luego de la reactivación económica verificada entre 2003 y 2008 la economía entró primero en recesión y luego en estancamiento. La recuperación está viniendo de la mano del clima y la recuperación mundial.
El resto de la actividad, que depende del “clima” particularmente político, bien gracias. Néstor Kirchner pretende reemplazar la menor demanda privada por consumo e inversión, por mayor demanda pública por consumo. Y hacerlo con tanta energía como para que durante el año que comienza el PBI real crezca 7%.
Suena muy bonito… en los papeles.
La pretensión es para tomar en serio. Desde la renuncia de Roberto Lavagna al Ministerio de Economía, a fines de 2005, nadie mira al Palacio de Hacienda en busca de pistas referidas al presente y al futuro de la política económica argentina. Todos miran a la quinta de Olivos y, con el mayor de los respetos, no precisamente al atril desde el cual habla la Presidenta de la Nación.
Cuando digo que la pretensión es para tomar en serio, no solamente me refiero al protagonismo decisorio de quien la formuló, sino también al hecho de que es congruente con otra serie de medidas. Por ejemplo, la utilización del uso de reservas del Banco Central para cancelar compromisos de deuda pública durante 2010. Hace unos días el ministro de Economía afirmó que aunque se consigan créditos nuevos, igual la deuda pública se abonará con reservas. Lo cual quiere decir que el destino de los referidos créditos será… el aumento del gasto público.
Sólo Dios sabe si en la Argentina 2010 John Maynard Keynes aplaudiría lo que intentará hacer el Poder Ejecutivo. Pero desde el punto de vista de la política económica esto es irrelevante. Lo que es relevante es el instrumental que se va a utilizar y los resultados que pueden esperarse.
No hay límites para “inyectar fondos en la calle”. Porque sin la restricción impuesta por la Convertibilidad se puede emitir sin límite, y porque siempre se puede crear algún programa para aumentar los gastos públicos. Los piqueteros que durante diciembre de 2009 bloquearon frecuentemente la avenida 9 de julio son candidatos obvios para recibir fondos, como también lo son los maestros, las enfermeras, los bomberos, los jubilados, etc.; la lista es infinita.
Cuando tenía que exponer en clase el efecto de aumento en la emisión monetaria, Milton Friedman ejemplificaba con el caso del helicóptero del cual caían billetes. Supongo que nunca imaginó que podría tener en el actual Gobierno argentino, su discípulo más ferviente.
Pero así como no hay límites en la emisión monetaria y el aumento del gasto público, los hay en el logro de resultados reales. Los economistas llevamos en la sangre la distinción entre variables en términos nominales y reales. Mi familia también tenía claro el concepto, aunque no necesariamente la nomenclatura; sabían diferenciar un aumento salarial en pesos, de una suba del poder adquisitivo de lo que ganaban. Una cosa es aumentar la demanda agregaagregada, vía gasto público, a la salida de una recesión, como ocurriera en 2002-2003; otra cosa bien diferente es intentar ponerse de pie tomándose las orejas y tirando para arriba. Luego de la reactivación económica verificada entre 2003 y 2008 la economía entró primero en recesión y luego en estancamiento. La recuperación está viniendo de la mano del clima y la recuperación mundial.
El resto de la actividad, que depende del “clima” particularmente político, bien gracias. Néstor Kirchner pretende reemplazar la menor demanda privada por consumo e inversión, por mayor demanda pública por consumo. Y hacerlo con tanta energía como para que durante el año que comienza el PBI real crezca 7%.
Suena muy bonito… en los papeles.
¿Cuál será el impacto inflacionario?
Pregunta elemental cuando por más dibujo que continúe haciendo el INDEC, se habla de modificaciones salariales superiores a 20% anual, que de repente pueden quedar cortísimas a la luz de las implicancias de la política fiscal planteada por el ex presidente (en cuyo caso el aumento salarial será “a cuenta” de sucesivas negociaciones y modificaciones, sobre lo cual hay mucha experiencia en nuestro país).
Cuando me preguntan por 2010 respondo que no sé qué va a ocurrir la semana próxima, así que mal puedo hablar del año que acaba de comenzar. Pero el arranque luce complicado, por la distancia que existe entre la realidad fiscal, tanto a nivel nacional como provincial, y la pretensión de utilizar la herramienta fiscal para generar un fortísimo crecimiento del PBI real.
Es bien claro que 2010 va a ser un año muy activo desde el punto de vista político. También lo será desde el punto de vista económico. Hay que tomar las decisiones sobre la base de que lo peor de la crisis internacional ya pasó, y que un final de período político agiganta lo salvaje que es en nuestro país la lucha por la distribución del ingreso. Encima de lo cual está la pretensión, no ya de “cebar la bomba” sino de abrir de manera enérgica las compuertas de la emisión monetaria y el gasto público. Hay mucha experiencia al respecto, tanto en el resto del mundo como en nuestro país.
Cuando me preguntan por 2010 respondo que no sé qué va a ocurrir la semana próxima, así que mal puedo hablar del año que acaba de comenzar. Pero el arranque luce complicado, por la distancia que existe entre la realidad fiscal, tanto a nivel nacional como provincial, y la pretensión de utilizar la herramienta fiscal para generar un fortísimo crecimiento del PBI real.
Es bien claro que 2010 va a ser un año muy activo desde el punto de vista político. También lo será desde el punto de vista económico. Hay que tomar las decisiones sobre la base de que lo peor de la crisis internacional ya pasó, y que un final de período político agiganta lo salvaje que es en nuestro país la lucha por la distribución del ingreso. Encima de lo cual está la pretensión, no ya de “cebar la bomba” sino de abrir de manera enérgica las compuertas de la emisión monetaria y el gasto público. Hay mucha experiencia al respecto, tanto en el resto del mundo como en nuestro país.
Fuente: Juan Carlos de Pablo. Economista. Columnista de Revista Fortuna
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