Claves para entenderlo
El progresismo no es un partido político. Es un movimiento invertebrado y flotante cuyo predicamento fue adquirido durante la época inaugural de la democracia actual, la etapa anterior a que los derechos humanos tuvieran su actual y verdadera caracterización de negocio.
Ese predicamento fue mayor entre las clases medias y comúnmente más bien basado en una mezcla de sentimentalismo pacifista, igualitarismo ramplón y antiautoritarismo, a pesar que las opiniones progre son pronunciamientos “desde la Cátedra” y quien las contradiga recibe invariablemente el epíteto descalificante de antidemocrático, facho o nazi.
Se reserva para sí la autoridad moral de velar por los pobres y desposeídos y por el bienestar y los derechos de toda una creciente masa de marginales: maricas, lesbianas, drogadictos, delincuentes comunes, terroristas de izquierda (solamente) y que se puede extender tanto a las prostitutas como a aquellas mujeres que desean matar a sus hijos dentro de la ley positiva (abortistas). Tambien se dedican con pasión a falsificar el pasado con la finalidad de obtener reditos políticos o economicos en el presente: el curro de la Memoria.
En un mundo en que el individualismo y el mercado salvaje son la posición políticamente correcta en economía, el progresismo tiene el mismo papel en la cultura y en muchas áreas de la política ficción que se vive diariamente.
Se trata de un colectivo que integran restos fosiles del marxismo, socialdemócratas, ex alfonsinitas, artistas libertarios, escritores, sociólogos, psicólogos y demás personajes que se dedican a actividades “simbólicas” por ello justamente se trata de un grupo propio de lo urbano, con escasa relación con la producción, sea esta industrial o relacionada con la tierra, su ingerencia se basa especialmente en el mundo de las palabras.
Como diria un amigo dispersar una manifestación de progresistas es facil: les arrojas picos, palas y demas instrumentos de trabajo
Las posiciones progresistas vienen dominando históricamente el gremio de la prensa escrita, los cenáculos intelectuales y la enorme masa urbana de la queja pop, que representa las "buenas conciencias" y opera desde los sites de los medios y desde los contestadores automáticos de las radios.
Tan es la influencia en el mundo de la prensa, que han signado, la vida universitaria logrando engrosar las matriculas de las facultades donde se estudia comunicación social y periodismo y que a la larga formaran un ejercito de demandantes de trabajo que no encontraran oferta.
Durante largo tiempo, los llamados opinators (opinadores a mansalva) sostenían posiciones "progresistas" y fueron creando una enorme clientela, con lo cual para ser mas “popular” todo político debe tener “un costado” progresista.
Pero como no hay mal que dure cien años, las hojas del progresismo han comenzado a marchitarse lentamente en contacto con la realidad. Los que pusieron en boga las investigaciones sobre la corrupción de la época menemista terminaron aliados y justificando el robo descarado del kirchnerismo, ya muy pocos creen que los “derechos humanos” sean para todos y que Bonafini o Carlotto sean incansables buscadoras de la verdad y la justicia. Tendrán que inventarse algún otro disfraz si quieren sobrevivir y seguir en el candelero. El problema es cual. No se puede engañar a toda la gente todo el tiempo
Fuente: Red Patriotica Argentina
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