22/4/10

POLÍTICA-ECONOMÍA - QUIENES PAGAN LA FIESTA ??

LA PERVERSIDAD PRODUCTIVA DEL IMPUESTO AL CHEQUE
LA DISCUSIÓN POR UN TRIBUTO QUE INCENTIVA LA MARGINALIDAD DE LA ECONOMÍA
"Ni las provincias ni el Gobierno nacional piensan en las empresas que pagan el impuesto al cheque"

El denominado 'impuesto al cheque' no puede seguir vigente. Un reclamo para su eliminación debería recorrer todo el territorio argentino. Debería resultar una revindicación y una exigencia de toda la sociedad bancarizada. Habría que perforar los oidos de las autoridades porque supone una perversidad productiva intolerable.

Precisamente esto es lo que recuerda la siguiente nota difundida en la newsletter de la escuela de negocios Wharton (Pennsylvania University) y Universia (Santander).
En las últimas sesiones del Congreso argentino las ausencias de senadores de una y otra facción política han sido más que recurrentes. La falta de quórum en la cámara legislativa ha postergado el tratamiento de temas muy importantes, como el proyecto de reforma de coparticipación del impuesto al cheque. Finalmente el jueves 15/04, de madrugada, después de 12 horas de debate, los 35 senadores de la oposición presentes en el recinto lograron media sanción a la ley.
La iniciativa en cuestión pertenece a senadores opositores al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, quienes elaboraron un proyecto que pretende pasar a las provincias más del 50% de lo recaudado por el impuesto al cheque. De aprobarse esta iniciativa, se revertiría drásticamente el reparto: Hoy se coparticipa sólo el 30% del impuesto al cheque y el resto va al Tesoro Nacional.
Pero, de ese 30% coparticipable, un 15% va para seguridad social. Es decir que, de cada $100 recaudados, $80,52 van a la Nación, $14,98 a las provincias y $4,50 a la seguridad social.

De que se trata

El “impuesto al cheque” –también llamado “impuesto a los débitos y los créditos bancarios”- fue creado en marzo de 2001 por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, como una medida temporal ante la profunda crisis económica y fiscal que atravesaba la Argentina.
A través de este gravamen, inspirado en una experiencia previa en Brasil, el fisco se quedaba con el 0,6% de cualquier operación con cheques.
“Es un impuesto de alta concentración a favor de la Nación, y su recaudación se realiza en forma inmediata. El 70% va directo al tesoro y el 30% remanente se coparticipa según los parámetros de la Ley 23.548. La iniciativa propiciada por la oposición es que la regla de coparticipación sea del 100%, algo así como una diferencia de casi $8.000 millones/$9.000 millones (US$2.300 millones)”, que dejaría de percibir el gobierno, aclara Enrique Dentice, investigador de la Universidad Nacional de San Martín.
En 2009 el Estado recaudó por el impuesto al cheque $20.500 millones (US$5.300 millones), es decir, “aproximadamente el 11% de la recaudación impositiva de la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos)”, detalla Carlos Olivieri, director de la Facultad de Ciencias Empresariales Universidad Austral.
Oliviere señala “que los impuestos más importantes, en cuanto a su nivel de recaudación, son el IVA ($87.400 millones ó US$ 22.500 millones) y el Impuesto a las Ganancias ($55.500 millones ó US$14.300 millones), con lo cual el impuesto en cuestión es la tercera fuente más importante de recaudación impositiva” del país.
Un Impuesto distorsivo

Según explican los expertos, el impuesto al cheque es considerado “distorsivo” porque incide en forma directa sobre las transacciones de la economía, y así se encarece toda la cadena productiva. Además, al ser debitado en cada transacción bancaria, fomenta la actividad en negro y la evasión. El principal sector afectado por este impuesto es la pyme, ya que su principal fuente de financiamiento es el cheque.
El Dr. Ernesto A. O' Connor, director del Programa de Análisis de Coyuntura del Departamento de Economía de Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la UCA (Universidad Católica Argentina), sostiene que “no sólo grava operaciones bancarias, o sea formales -y fomenta así la informalidad y la evasión-, sino que es un exceso de gravamen sobre el flujo productivo, que ya está gravado con el IVA”.
Por otro lado, Olivieri, añade que el impuesto “no se cobra en función de la capacidad contributiva de quien lo debe soportar. Hay actividades que se desarrollan en el plano de la economía informal porque no quieren soportar este impuesto, y ello afecta al resto de la actividad recaudatoria de la AFIP”.

Una postergada reforma

Lo cierto es que, más allá del debate actual sobre la coparticipación del impuesto, el gobierno deslizó en distintas declaraciones que podría eliminarlo en 2011. El propio ministro de Economía, Amado Boudou, en declaraciones a la prensa del país comentaba esta posibilidad: “Como bien dijo la Presidenta es un impuesto distorsivo y (su eliminación) colaboraría fuertemente con la bancarización y con que haya menos economía informal".
Sin embargo, hace más de 6 años que Néstor y Cristina Kirchner gobiernan la Argentina y hasta ahora no han aplicado reformas impositivas o crediticias que apuntalen y fortalezcan el trabajo de las pymes.

(N. de la R.: Los Kirchner se han ufanado de que la Argentina creció a tasas propias de China, pero no morigeraron la presión tributaria. El lunes 19/04 el jefe del Gabinete de Ministros de la Nación, Aníbal Domingo Fernández, alardeó en el programa de América 2 que conduce Roberto Petinatto de que la Argentina ha crecido 68% acumulado desde 2003, pero el Estado sigue manteniendo una estructura impositiva basada en la crisis de 2001).

O’ Connor no ve factible que el gobierno decida eliminar el impuesto “por cuestiones de restricción presupuestaria, y dado que se arrastra con déficit desde 2009”, detalla.
Lo mismo sotiene Olivieri: “El estado actualmente no tiene superávit, por lo que no se puede dar el “lujo” de prescindir de recaudar este impuesto. Además, no lo podrá hacer sin un ingreso que compense la caída de disponibilidad de caja inmediata. Por ende, es remota la posibilidad de ser reemplazado o compensado”.
En todo caso, Dentice sugiere la posibilidad “más madura y técnicamente más seria de fijar plazos para que con este impuesto se vaya a cubrir mecanismos de recaudación perfeccionables en el IVA o en Ganancias”.
En realidad, la discusión en torno a la permanencia o no del impuesto al cheque esconde otro problema de fondo, que es la reestructuración del sistema tributario argentino. Dentice dice al respecto que nos encontramos “ante la ausencia de una verdadera ley federal de impuestos que corrija estas distorsiones y que se viene eludiendo desde el 26 de diciembre 1996, fecha fijada por la reforma constitucional de 1994 para realizarla”.
En sintonía con esta visión, Olivieri, de la Universidad Austral, cree que al Gobierno sólo le quedarían dos opciones: “Por un lado, realizar una profunda reestructuración del sistema tributario argentino; y, por el otro, emprender mecanismos drásticos de reducción del gasto público. Ambas opciones la consideramos poco probables porque sería asumir un costo político muy alto de cara a las elecciones presidenciales del 2011; y porque la Presidenta ya ha anunciado que no va a disminuir el gasto (subsidios, planes sociales, políticas de empleo público, etc.)”.

La pelea de las provincias

¿Por qué las provincias luchan con tanta premura por la aprobación de este proyecto? La mayoría de las 23 provincias argentinas afrontan problemas financieros importantes e inconvenientes para pagar sueldos del Estado, la principal fuente de trabajo en muchos municipios. Se suma la alta inflación de este año, que podría superar fácilmente el 20%
“Esta reforma podría servir para cubrir gastos corrientes –sueldos-. Además, desnuda la imposibilidad de los gobiernos provinciales de ser eficientes con sus propios recursos. Es decir, de aprobarse, sería como una corrección -en parte- de los problemas de las provincias, poniendo en aprietos a la Nación”, reflexiona Dentice.
Mientras que Olivieri, de la Austral, advierte que la caída de la actividad económica en varias provincias y el aumento de los costos salariales que deben afrontar en el corto plazo “afectan áreas sumamente sensibles como educación y seguridad. Lamentablemente, algunas provincias podrían caer en la necesidad de emitir cuasimonedas, repitiendo la negativa experiencia de la crisis de fines de 2001”. Las cuasimonedas son unos bonos de emergencia emitidos entre el 2001 y el 2002, creados como forma de crear una moneda paralela, para paliar la enorme crisis financiera y económica.
Por eso, si al final del camino las provincias pierden la posibilidad de coparticipar el 100% del impuesto al cheque, “continuaría la tendencia de deterioro del federalismo fiscal. Las provincias deberán ser cada vez más dependientes de la Nación, y su deuda con la Nación aumentará”, afirma O’ Connor, de la UCA.
Incentivos para las pymes

Ni las provincias ni el gobierno nacional se han puesto a pensar en las necesidades de las empresas que costean el impuesto al cheque. O sea, de quienes dejan el 0,6% de cada débito y crédito que se efectiviza en los bancos argentinos.
Si los diputados aprueban el proyecto de ley y el Gobierno no lo veta, “para las pymes sería un gran alivio pues el 60% de la recaudación del impuesto a los debitos y créditos es solventado por éstas”, sostiene Dentice.
Para Olivieri “hay actividades que –de eliminarse este impuesto- saldrían de la marginalidad, se lograría afianzar y mejorar la recaudación del IVA y otros impuestos vinculados a la facturación. Las pymes son, tal vez, las empresas que más buscan evadirlos dada la falta de acceso al crédito, el escaso margen que tienen muchas de ellas y la necesidad de competir con empresas que por su tamaño lo hacen en condiciones más ventajosas”.
O’ Connor coincide con este punto de vista y resalta que los más beneficiados podrían ser “las empresas formales y no aquellas que ya operaban parte en la informalidad. Pero a su vez, fomentaría la formalización y el acceso al crédito bancario para las empresas que hoy no acceden”.
En todo caso, los expertos consultados sostienen que las pymes no pueden esperar que parte de sus problemas se resuelvan con la desaparición de un impuesto. Mientras el gobierno destina fuertes subsidios a compañías y sectores en problemas, como Aerolíneas Argentinas, servicios de transporte público y hasta la transmisión del fútbol por televisión, la fuerza productiva de la Argentina espera incentivos que la ayuden a crecer.
Entre las iniciativas deseables, Olivieri señala: “Habría que crear incentivos fiscales para nueva inversión e incentivos laborales para crear empleos en blanco. También se deberían facilitar regímenes que promuevan la exportación de compañías de escasa estructura; y elevar tarifas aduaneras para importaciones que compitan con la industria local”. Por último, añade, “habría que abrirle a las pymes un mercado de capitales transparente y profesionalizado”.
En definitiva, lo que falta es “crear un clima de negocios, de inversión. Después, se tendría que dotar a la economía de instrumentos sectoriales, horizontales y verticales de mayor competitividad”.
En 2010 se podrían llegar a recaudar cerca de $24.000 millones (US$6.200 millones) por el impuesto al cheque. Todavía no se sabe cómo se va a repartir esa torta.

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