10/5/10

POLÍTICA - DE NARVAEZ Y KIRCHNER Vs. DUHALDE

Jugada de De narvaez y Kirchner
Quieren dejar afuera a Duhalde

Las primarias, punto de encuentro de Kirchner y De Narváez. Estarían negociando un acuerdo para fortalecer las internas del Partido Justicialista, sacar de la cancha al ex gobernador y unir al peronismo para 2011.

"Mi límite es Cristina y Néstor Kirchner y su forma de usar mal el Gobierno, el Estado. Hay otra forma de hacer política. Con el resto he conversado y conversaré con todos”. Lo dijo Francisco De Narváez a los periodistas el jueves, en Gonnet, para negar tajantemente que el sector que lidera mantenga negociaciones con el kirchnerismo. Pero en la misma semana, el diputado nacional Alfredo Atanasof, operador denarvaísta calificado, y el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, operador kirchnerista calificado, se encontraban en el lobby del hotel porteño NH City de la calle Bolívar. A cincuenta metros de la Plaza de Mayo y a unos trescientos de la Casa Rosada, tomaban café y hablaban animada y cordialmente.

La reunión no habría sido un ingenuo encuentro de viejos compañeros de duhaldismo; y no sería la única que junta en una misma mesa a operadores denarvaístas y kirchneristas. Subterránea y sigilosamente, Francisco De Narváez y Néstor Kirchner, los dos peronistas más populares del momento, protagonistas de la pelea de fondo de las últimas elecciones legislativas, estarían negociando un acuerdo.

Pero a no confundir ni exagerar. El ex presidente y el empresario no piensan en listas de unidad, pero coincidirían en la necesidad de acordar los términos de la interna del PJ para fortalecer las primarias del año próximo, de manera de que los ganadores salgan fortalecidos y legitimados y que los perdedores no sean defenestrados sino, por el contrario, reconocidos como actores importantes de un peronismo fortalecido.

Otro punto que une a Kirchner y De Narváez: los dos quieren sacarse de encima a Duhalde. El primero, para cerrar una batalla que viene librando desde 2005; el segundo, para poder crecer sin la sombra de un padrino que, dice, no necesita ni lo beneficia en su plan de presentarse como lo nuevo. En definitiva, Kirchner y De Narváez quieren al ex gobernador afuera de la cancha. Y que la cancha sea para ellos dos.

En la misma recorrida que hizo el jueves por la zona norte de La Plata, “El Colorado” dijo aquello de que los Kirchner son “su límite”. Pero también le preguntaron cómo está la Argentina y, lejos de la crítica feroz de no hace mucho, dijo: “El país no está tan mal como algunos quisieran, aunque tampoco tan bien como dice el Gobierno”.

Los números mandan. Como todos los políticos de esta era, De Narváez es devoto de las encuestas. Son palabra santa. Y en las últimas semanas, no paran de darle malas noticias.

Por un lado, los sondeos marcan una recuperación de la imagen del Gobierno y un aumento de la intención del voto de Néstor Kirchner. Por el otro, le indican que su popularidad ha caído notoriamente. Por eso, De Narváez está enojado. Y preocupado.

Aunque su gran anhelo no ha dejado de ser la candidatura presidencial y mantiene un ejército trabajando en un plan de gobierno para el país, ha vuelto a concentrarse en la Provincia, al menos en lo discursivo y en lo gestual, por la sospecha de que su alejamiento del objetivo que les prometió a los bonaerenses tiene algo que ver con el deterioro de su imagen.

Por eso pidió a sus hombres en la Legislatura que endurezcan sus posiciones respecto de las políticas del gobierno provincial (pero, al mismo tiempo, se advierte cierta moderación en sus referencias a la situación nacional) y mandó a intensificar su agenda en tierra bonaerense.
La actividad del jueves en La Plata responde a esa estrategia de reposicionamiento provincial: se lo verá semanalmente recorriendo la ciudad.

En tanto, Kirchner sabe que, pese a su recuperación, sigue siendo mayoritario el reclamo de cambio y que esas voluntades, ahora dispersas, se concentrarían en una segunda vuelta electoral que sería fatal para el oficialismo.

Por eso, la gran apuesta K es la interna. Y no sólo eso: aun tomando el riesgo de que se le filtre el voto negativo de los independientes, Kirchner apuesta a una interna abierta y masiva. “En las primarias nos jugamos la vida: necesitamos ganar y que el pingüino salga respaldado por una montaña de votos para que su figura llegue muy fortalecida a la general”, explica uno de los cerebros de Olivos.

Fuente: Diario Hoy



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