Cuando la política se torna una bolsa de gatos
"Esa foto es el mejor favor que se le puede hacer al kirchnerismo". Así lo afirmó un dirigente del denominado PJ disidente, que se opuso tajantemente al rejunte que tuvo lugar la última semana en una de las tantas oficinas del Senado nacional, donde se juntaron Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá, Felipe Solá, Francisco De Narváez, Juan Carlos Romero y Jorge Busti. Y que tuvo la aparente adhesión de Carlos Reutemann, que, fiel a su estilo, se excusó de poder participar por problemas en el tránsito.
"Esa foto es el mejor favor que se le puede hacer al kirchnerismo". Así lo afirmó un dirigente del denominado PJ disidente, que se opuso tajantemente al rejunte que tuvo lugar la última semana en una de las tantas oficinas del Senado nacional, donde se juntaron Eduardo Duhalde, Adolfo Rodríguez Saá, Felipe Solá, Francisco De Narváez, Juan Carlos Romero y Jorge Busti. Y que tuvo la aparente adhesión de Carlos Reutemann, que, fiel a su estilo, se excusó de poder participar por problemas en el tránsito.
La idea de que todos los autodenominados referentes del peronismo no kirchnerista adquieran más fortaleza, sólo con el hecho de mostrarse juntos, es superficial. Se trata, más bien, de una suerte de bolsa de gatos (el único que faltaba era Carlos Menem, que no sería extraño que se sume en un futuro no muy lejano), como se suele decir popularmente, ya que no se sustenta en ningún proyecto superador, y está lejos de ser una auténtica alternativa política.
Se trata, más bien, de una jugada mediática para intentar mostrar una unidad en la dispersión, aunque el efecto puede resultar contrario, y más si se tiene en cuenta que aún está muy presente en el electorado la experiencia de la Alianza y la crisis en la que terminó el gobierno de Fernando De la Rúa. Unirse por el solo hecho de oponerse, juntarse a partir del espanto, difícilmente pueda constituir algo serio.
Muy ilustrativa, en ese sentido, resulta una frase que dejó el diputado nacional Ricardo Alfonsín, flamante ganador de la interna bonaerense de la UCR, durante una visita a la redacción de Hoy el jueves último. “El peor error del radicalismo fue el gobierno de la Alianza. Pero nosotros nos hacemos cargo de los errores, y también aprendimos para que no vuelva a pasar”, sostuvo ante una consulta de este diario.
El intento del PJ disidente de conformar un bloque de poder que compita con el kirchnerismo y el panradicalismo (UCR, Coalición Cívica, socialismo) choca además con una traba muy difícil de superar: los antecedentes de sus propios protagonistas.
Por ejemplo, a Felipe Solá le cuesta mucho explicar cómo, en dos años, pasó de ser el principal aliado de Kirchner a presentarse como un dirigente opositor. Ni siquiera se le escucha decir una sola autocrítica, cuando fue el principal aliado de los K en las elecciones legislativas de 2005, donde enfrentó al duhaldismo (ahora, como si nada hubiese pasado, aparece en la misma foto con Duhalde) y en las generales de 2007. Esto no implica que la política tenga que ser un compartimiento estanco, pero siempre hay límites para la borocotización.
Además, la relación entre el macrismo y el denarvaísmo pasa por un momento por demás delicado. Desde ambos bandos se desconfían permanentemente y hasta realizan operaciones cruzadas, que se vislumbran tanto en la Capital Federal como en la provincia de Buenos Aires.
En este complejo escenario, en la semana que pasó Daniel Scioli dio muestras de que a De Narváez lo marcará de cerca y lo cruzará fuerte cada tanto, en una estrategia que apunta a mantenerlo a raya y limarle su base de apoyo.Por eso no fue casual que el mandatario provincial, acaso tomando algunas frases célebres de Néstor Kirchner, dijera que el legislador nacido en Colombia -y que casi con desdén recién se nacionalizó a los 30 años de edad- “está nervioso” porque las cosas no le salen como querría.Cada vez que quiera lastimar a De Narváez, Scioli le pegará en su lado flaco. Denunciará públicamente que el “Colorado” prácticamente no ha presentado ningún proyecto en el Congreso y que dice tener un plan pero nadie sabe de qué se trata. En pocas palabras, que es un candidato apoyado en un relato de ficción.
A esta movida se le sumó un hecho que confirma lo que ha venido diciendo Hoy: el gobernador mandó a sus principales operadores a construir el sciolismo en todas las secciones electorales de la Provincia. O sea: a convertir soldados prestados en tropa propia.
En ese camino, el mandatario ya tiene lo que todo líder que se precie no puede dejar de mostrar: juventud propia. Un mitin celebrado el jueves a la tarde en el Salón Roma (diagonal 74 y 58) alumbró el nacimiento de una suerte de jóvenes S, que vienen a ser los jóvenes del gobernador.La cita convocó a buena parte del gabinete provincial, legisladores provinciales y a un puñado de dirigentes brueristas que dijeron presente pese a que el intendente local, Pablo Bruera, no había sido invitado.
No fue, la del jueves, una movida aislada. Se inscribe en la decisión de Scioli de mandar a sus principales colaboradores (ministros, fundamentalmente) a sembrar agrupaciones sciolistas en la Provincia, de manera de ponerles la camiseta del gobernador a los principales referentes oficialistas de cada uno de los 135 distritos bonaerenses.El nacimiento de los grupos Descartes (del ministro de Trabajo, Oscar Cuartango) y Peronismo 2020 (de la titular de la cartera de Obras Públicas, Cristina Alvarez Rodríguez) son otros ejemplos de esta
Fuente : Diario Hoy (La Plata)
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