1/4/11

RELATOS DE MALVINAS

El día que Argentina casi gana




En diciembre de 1988, el ex secretario de Marina de Estados Unidos, John F. Lehman, hizo pública la ayuda política y militar brindada por los norteamericanos a Gran Bretaña durante la Guerra de Malvinas, sin la cual el Reino Unido se hubiera visto obligado a replegar la Task Force del Atlántico Sur, de acuerdo con la conclusión de expertos militares.


La confesión del ex funcionario de Ronald Reagan fue realizada en Londres, donde blanqueó el respaldo militar a los británicos, que aunque fuera conocido por los combatientes argentinos, dejaba de ser una versión para convertirse en un hecho incontrastable.

A 29 años del conflicto, la guerra del Atlántico Sur aún sorprende cuando se revisan las causas políticas, las acciones bélicas, las alianzas militares y las rupturas de pactos internacionales y, por supuesto, los actos de valentía protagonizadas por los que estuvieron en el teatro de operaciones.


Los británicos ganaron la guerra, pero a un costo de material y de vidas como no lo sufrían desde el final de la II Guerra Mundial. Después de Malvinas, los ingleses no intervinieron en otra contienda que les haya costado tanto.


Pese a los errores


Pese a los errores de conducción militar de los altos mandos, las tropas argentinas infligieron a los británicos la mayor pérdida de barcos y de aviones y aún hoy hay dudas acerca de las bajas que reconocen los ingleses: 255 muertos y 777 heridos.

La escuadra naval de la corona británica tuvo 24 naves que recibieron los proyectiles argentinos. Siete naves fueron hundidas, cinco resultaron fuera de combate y otras 12 quedaron con averías de consideración.

La nave insignia, el portaviones "Hermes", donde estaba el puesto de comando del jefe de la Task Force, el almirante Sandy Woodward, fue tocado y el segundo de los portaviones, el "Invincible", quedó fuera de combate, no prestó más servicio en lo que era, en 1982, una de las tres flotas navales más poderosas del planeta.

El período más encarnizado de la guerra ocurrió entre el 21 de mayo de 1982 y las jornadas posteriores, batalla que se extendió hasta el 25 de mayo.

El almirante Woodward anotaba en la bitácora de mando a las 9.30 del 21 de mayo: "Si los argentinos van a pelear, hoy es la mejor oportunidad que tienen. Ya veremos". La intuición del comandante inglés se cumpliría. Los argentinos dieron batalla porque ese día la flota británica se había estacionado en la bahía San Carlos para desembarcar las tropas que debían caminar hasta Puerto Argentino.


Quedaron grogui


El combate aeronaval fue tan feroz que los británicos quedaron grogui, según lo reconoce Woodward en su libro de memorias Los cien días , de editorial Sudamericana, pero los argentinos se desangraron en la ofensiva, perdieron la mayor cantidad de pilotos y de aviones, y no consiguieron impedir que los soldados ingleses desembarcaran.

Woodward dice con todas las letras que los argentinos podrían haber ganado la guerra ese día: "Los argentinos podrían haberla ganado también".

Antes de sufrir en carne propia la profesionalidad de los pilotos y la valentía de los demás soldados argentinos en la tundra malvinera, EE.UU. ya habían enviado misiles sidewinder aire-aire para derribar los aviones de los sudamericanos. Esa tecnología bélica norteamericana fue decisiva a la hora de establecer la diferencia con la que portaban las naves argentinas.

A casi tres décadas de la guerra aún hay secretos militares por revelar. Por eso, una vez terminado el conflicto, el gobierno británico dispuso un acta de secreto militar hasta el 14 de junio de 2072. Recién a 90 años de la Guerra de Malvinas se producirá la desclasificación militar y los investigadores podrán conocer, con prueba documental, la historia completa del conflicto.

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