5/6/11

ELECCIONES 2011 - EL VICE DE ALFONSÍN

Javier González Fraga:
De Alfonsín a Pharaon, de Pharaon a Alfonsín

La increíble historia que une al ex titular del BCRA menemista con su actual compañero, el presidenciable de la UCR.


En los ’80, durante el alfonsinismo, el economista fue asesor del banquero saudí acusado por lavado de dinero en el escándalo BCCI. De la capitalización de la deuda al frustrado proyecto de un Club Med en Chascomús. Las denuncias de Graciela Ocaña.

Chascomús tiene dos orgullos: la amplia laguna donde se pescan pejerreyes de buen porte y un monumento flamante que recuerda que allí nació Raúl Ricardo Alfonsín, primer presidente de la democracia recuperada en 1983. Sin embargo, aunque es un dato menos conocido, la Ciudad atesora también una de las claves que vincula el apellido Alfonsín con Javier González Fraga –ex presidente del Banco Central de Carlos Menem y asesor del polémico banquero saudí Ghaith Pharaon, acusado por lavado de dinero en el escándalo BCCI–, ahora flamante candidato a vice de Ricardito: la construcción fallida de un lujosísimo Club Med de cara al espejo de agua bonaerense, a poco más de 120 km de la Capital Federal.

A mediados de los ’80, cuando el alfonsinismo gobernante, a propuesta del establishment financiero, planteó su programa de capitalización de deuda externa a cambio de inversiones, Pharaon –viejo conocido del dictador Roberto Viola–, no dejó pasar la oportunidad y contrató al estudio Severgni, Robiola, Grinberg y Larrechea para materializar societariamente el desembarco de sus muchos millones de dólares en el país, aprovechando la bondadosa oferta oficial.

El consultor del estudio que quedó a cargo del portentoso cliente fue el economista Javier González Fraga, que venía, a su vez, cumpliendo labores de asesoría en la Dirección de Empresas Públicas, por pedido del Ministerio de Economía. En un lapso más bien breve, Pharaon compró la financiera Finamérica a Fiat, abrió una sucursal del BCCI en Buenos Aires, obtuvo un pasaporte y creó sociedades (Hotel Corporación Argentina, Jojoba Sudamericana y Jojoba Argentina) para canalizar su dinero. En tiempo casi récord, el saudí consiguió también la autorización del entonces Concejo Deliberante para levantar un exclusivo hotel en la zona de Retiro, que formaría parte de la cadena Hyatt. Grande fue la sorpresa de González Fraga cuando, según reveló el periodista Adrián Murano en su libro Banqueros. Los dueños del poder. Cómo y quiénes devastaron la Argentina, recibió un llamado del banquero, que en su depurado inglés le reprochaba. La transcripción es textual:
–Nos están reclamando que a cambio de la autorización para hacer el Hyatt construyamos un Club Med en Chascomús.
Hubo un silencio del otro lado de la línea. Pharaon prosiguió:
–Javier, no le miento. Dicen que sería bueno que lo construyamos pegado al campo de Alfonsín. ¿Qué recomienda que hagamos?
González Fraga, de fluidos lazos con el oficialismo económico de la época, trató de calmarlo:
–Es un disparate, una cosa así sería un escándalo. Deme un tiempo y lo llamo –se comprometió el consultor.

Tiempo después, los cimbronazos financieros se devoraron el amistoso intercambio propuesto. En 1988, el Plan Austral ya era historia y en su lugar sobrevivía el Plan Primavera. El paulatino desmoronamiento de la economía, que había determinado la derrota del radicalismo en las elecciones legislativas, estimulaba al peronismo a ejercitar las prácticas de la oposición visceral. Y en la City, dice Murano en su libro, aún se sentían los coletazos financieros de la caída de los bancos Alas y BIRP, mientras se sucedían los rumores de nuevos derrumbes.
–¿Es posible que en medio de este quilombo alguien esté pensando en construir un Club Med para el jefe? –cuestionó González Fraga en lengua nativa, apenas pudo comunicarse con un funcionario de su confianza.
–Javier, aunque no lo puedas creer es así. Me están presionando para parar el asunto de Hyatt si no sale lo del club en Chascomús.
La confirmación del dato no podía venir de una mejor fuente: Juan Sommer, el virtual tercero de la gestión Sourrouille, era el hombre que tenía a su cargo la aprobación de los pedidos de capitalización de deuda.
–Bueno, Juan, entonces decile a quien sea que no hay trato, y que Pharaon se va con sus millones a otro lado –replicó González Fraga.
–No te preocupes, ahora que me llamaste tengo un argumento para frenar las presiones –concluyó el funcionario.

La llamada del economista rindió frutos: una semana más tarde el gobierno le anunciaba a Pharaon que su licitación había sido aprobada, y que podía hacer uso del programa de capitalización. Pero las obras tendrían que esperar, añade Murano en su libro: “Antes de que el magnate pudiese colocar la piedra fundamental de su hotel, la Argentina se demolería hasta los escombros.” Y Alfonsín debería dejar el gobierno en manos de Carlos Menem.

Apenas Menem asumió la presidencia, Pharaon renovó los llamados a Buenos Aires para destrabar sus proyectos de capitalización. Uno de los destinatarios era el secretario General de la Presidencia, Alberto Kohan. El otro era el flamante presidente del Banco Central: nada menos que Javier González Fraga. El paso de Fraga por el banco fue fugaz: en sólo 30 días aprobó los planes del saudí y desarticuló el Centro de Asuntos y Estudios Penales (CAEP), un cuerpo de abogados externos del BCRA que comandaba David Baigún, que había descubierto fraudes financieros en perjuicio del Estado por más de 3000 millones de pesos. El CAEP tenía en la mira a 200 ejecutivos, entre ellos a Alberto Petracchi, por la quiebra del Banco del Oeste y al mismísimo Kohan, ligado a la caída del Banco de Vicente López. El Financial Times de la época mencionaba también como investigado a Carlos Carballo, ex Finamérica y hombre de Raul Moneta, a cargo de las negociaciones con los acreedores externos y luego viceministro de Erman González, por maniobras irregulares en el Banco de Italia. Carballo había sido mentor de González Fraga.

Hacia julio de 1990, los vecinos de Retiro ya podían ver la fachada del tercer hotel de lujo de la Ciudad: una torre de 13 pisos de estilo neoclásico, 163 suites con tarifas que iban desde los 500 a los 1100 dólares diarios. El hijo del magnate, un joven de finos rasgos árabes y modales de playboy llamado Laith, seguía de cerca los avances de la construcción. Del Club Med en Chascomús, sin embargo, no hubo noticias. Ahora importaban las inversiones en plantaciones de jojoba en La Rioja.

En su libro Robo para la corona, el periodista Horacio Verbitsky, dejó asentado que la operatoria de Pharaon buscaba usar a la cerealera Bunge & Born –aliada de Menem en el poder de entonces- como pantalla de sus inversiones, a través de un crédito multimillonario que entusiasmaba, muy especialmente, a los funcionarios menemistas, que querían esa plata para sacrificar rápido y sin preguntar demasiado las empresas públicas en el marco del plan de privatizaciones de los ‘90. “Al determinar la vidriosa procedencia de los fondos ofrecidos, el directorio de Bunge & Born rehusó el préstamo”, escribió Verbitsky. La “vidriosa procedencia” no era otra que el BCCI, el banco adjudicado al magnate saudí. En los ’80, el BCCI había ganado fama mundial por quedar envuelto en el caso Irán-Contras. Investigadores judiciales y parlamentarios de los EE UU le adjudicaron al banco la función de haber enjuagado el dinero que financió el escandaloso tráfico de armas que unió a la contra nicaragüense y los gobiernos de los Estados Unidos e Irán. El escándalo derivó en el cierre de sucursales y una estampida de ahorristas, pero con el respaldo del poderoso gobierno saudí y la complacencia del sistema regulatorio inglés, el BCCI logró sobrevivir hasta 1999, año en que finalmente se declaró su cierre. Hasta el último día de existencia de la entidad, e incluso después, Pharaon negó haber sido dueño del BCCI. Sin embargo, en el juzgado federal que conduce María Romilda Servini de Cubría reposan documentos obtenidos en París que vinculan al magnate saudí con el banco que terminó convertido en símbolo global de lavado de dinero internacional.






Carrió, Ocaña y las vueltas de la vida




Buena parte de esta historia sobre los vínculos del plan de capitalización de deuda, Pharaon, Kohan, Moneta y González Fraga, el ahora candidato a vice de Ricardito Alfonsín, está resumida en el voluminoso informe de la Comisión Antilavado que condujo Elisa Carrió, de la que Graciela Ocaña, ex ministra de Salud, fue principal espada investigadora. Por esas vueltas de la vida, donde el pragmatismo matemático electoral se mete por la puerta de la necesidad y las ideologías huyen por la ventana, es probable que la misma Ocaña acompañe al colombiano Francisco de Narváez como candidata a diputada bonaerense, dentro del armado general de la fórmula Alfonsín y González Fraga.

A propósito de este último, cuando se le recuerda sus labores profesionales para Pharaon, González Fraga suele decir en privado que el banquero saudí no es tan malo como parece, sino que fue víctima de una campaña por su apoyo financiero a la lucha antisionista en Medio Oriente.

A veces, aclarar tanto, oscurece.

Fuente Tiempo Argentino

1 comentario:

Anónimo dijo...

Piensen bien antes de votar,no se olviden que cristina nos sacoco la ayuda escolar y el salario familiar ,ley de peron ,par darsela a otros ayuda universal por hijo , ley comunista, toda la vida cobre el salario y actulmente me lo sacaron, no pueden sacar de ninguna manera la ley que puso peron,que tantos años costo conseguir,trabajo desde los 18 años creo que tengo derecho a opinar a los 48 años,Cristina saca y pone en oto lado todo es asi desde los jucios de los jubilados ,wsalarios etetera eteera, saca y pone ,no nos olvidemos que ibarra ,no puede asomar la cabeza por la ventane y ahora va a esthar en la lista ,si no va preso por cromañion,no nos olvidemos ,y las viviendas que nunca entrego,Cristina te equeivocaste con ibarra ,no con tomada ni filmus ,que me gustan , pero I barra ,igual a cromañiom.