ALFONSÍN - DE NARVAEZ
La gran decisión de Ricardito y lo riesgoso del "pragmatismo"
La alianza con el “Colorado” que cerró el radicalismo alfonsinista (inesperada para muchos, lógica electoralmente para otros) despierta reflexiones e interrogantes sobre los caminos que llevaron a Alfonsín a concretar un acuerdo político con alguien que, hasta hace poco, se encontraba de la vereda ideológica opuesta. Paradojas de la polítca de hoy.
Seamos sinceros, hace cuatro meses nadie suponía que un acuerdo entre Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez iba a materializarse. Sin dudas, uno de los hechos que más sacudieron el tablero político nacional de los seis meses de este 2011 es el pacto electoral que estos políticos -antes antagónicos- plasmaron este sábado en el acto proselitista en el microestadio de Atenas en La Plata.
La foto, esa foto que recorrerá todos los medios argentinos donde Ricardo y Francisco sonrientes muestren al país su alianza de cara a los comicios presidenciales de octubre, será una de las postales más paradójicas de estas elecciones.
En la política -como en la guerra- todas las estrategias son posibles, todas las alianzas son posibles. En la arena política el “pragmatismo” suele superar los pronósticos más impensados en cuanto a acuerdos se refieren.
¿Pero cómo es qué Alfonsín, con su credencial de líder del espacio progresista dentro del radicalismo, culmina su diagramación electoral en alianza con De Narváez?
Hace tan solo cuatro meses, los alfonsinistas pegaban el grito en el cielo cada vez que los sectores conservadores de la UCR agitaban al entonces “fantasma” que representaba un acercamiento hacia el “Colorado”.
El cobismo, con Julio Cleto a la cabeza. Ese Cobos que se fue a los brazos de Cristina en 2007 y que fue expulsado del partido. Ese Cobos que se sacaba fotos con De Narváez, mientras sus alfiles como el intendente de Junín, Mario Meoni ya planteaban en el 2010 un coqueteo electoral serio con el ex dueño de Casa Tía, ahora parecen haber sido videntes.
Ese 2010, donde el alfonsinismo izaba la bandera del progresismo y hasta añoraba revivir el Acuerdo Cívico y Social. Ese alfonsinismo que vociferaba y detractaba contra los radicales que osaban plantear un hipotético acuerdo en el territorio bonaerense con De Narváez, ahora parece ser una simple anécdota política.
El “proyecto progresista” junto al GEN de Margarita Stolbizer y al socialismo de Hermes Binner era una alianza que caminaba en serio, era casi natural. La “conciencia ideológica” que decían tener los radicales alfonsinistas con estos partidos se respiraba en cada palabra que emitían.
Por ese entonces, tan lejano si se lo ve desde el presente, los hombres más cercanos a Alfonsín ni siquiera analizaban un “acuerdo ideológico” con Francisco. No, no era parte de sus pensamientos, más bien, parte de sus pesadillas.
“El radicalismo es un partido político ubicado doctrinariamente en la centro-izquierda. Está claro que De Narváez, por lo menos es un hombre se centro-derecha, sino de derecha”, decían en aquel pasado no muy remoto.
Los cobistas eran casi impíos, no merecían volver al partido centenario, no lo respetaban. La idea, con un Cobos presidenciable por esas épocas, junto a De Narváez como candidato a gobernador, sencillamente no tenía “naturaleza” dentro de la UCR.
Un partido de “centro-izquierda” como el radicalismo no podía llevar de “candidato a gobernador a un hombre de centro-derecha porque mide bien en las encuestas”.
En la política la memoria muchas veces se ve afectada, dura poco o simplemente tiene fecha de vencimiento. Ahora, en este presente, con Alfonsín como candidato a presidente por la UCR, la realidad indica que De Narváez sí va a ser el “candidato radical” en la Provincia de Buenos Aires.
Entonces: ¿Dónde queda ubicado el radicalismo alfonsinista dentro del “Frente Progresista” que intentó construir desde las elecciones legislativas del 2009?
Margarita Stolbizer, la que otrora era la “candidata natural” por el radicalismo en la Provincia de Buenos Aires, en este presente no lo es más. Hermes Binner, el hombre del binomio presidencial junto a Alfonsín, tampoco.
Quizá, en ese juego espartano que muchas veces representa la política argentina, la necesidad electoral llevó al alfonsinismo a resignar a sus antiguos aliados para concretar un matrimonio por conveniencia con De Narváez.
Se sabe que varios intendentes radicales del interior, desde hace tiempo “temían” la falta de un candidato a gobernador competitivo en el territorio bonaerense. Stolbizer no les convencía demasiado y más allá del cobista Meoni, muchos alcaldes mantuvieron reuniones con el “Colorado” quien ya los tentaba con algún acuerdo.
Aceptando la mera estrategia electoral, volvamos a la “conciencia ideológica” en cuanto a los acuerdos. Para los alfonsinistas, cuando Ernesto Sanz se presentó para precandidato a presidente, representaba al “establishment”, mientras Cobos, otro precandidato, era el desvergonzado que mandaba a plantear un acuerdo con De Narváez.
Pero el melodrama radical que empezó cuando Sanz se bajó de las internas y más tarde cuando Cobos declinó su candidatura, tomó un giro que nadie escribió en un guión. Lo lógico, si se quiere, era que el sector alfonsinista -progresista en su discurso- se erigiera como el motor de ese Frente Progresista, siendo el vencedor de una interna que nunca se hizo.
Pero los papeles se cambiaron, y como toda novela los giros inesperados irrumpieron en la escena. Un Alfonsín vencedor, termina haciendo y acordando lo que promulgaban los vencidos.
Muchos dicen en voz baja, que de las internas fallidas en realidad el proyecto vencedor terminó siendo el que pretendían los cobistas y sanzistas, y que en realidad Alfonsín sólo se proyectó como la figura ganadora, pero solo la figura. Los resultados de la actualidad muestran que la “conciencia ideológica” de los alfonsinistas es parte de un legado deformado por las necesidades electorales.
La designación (¿sorpresiva a esta altura?) como candidato a vicepresidente de Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central durante el gobierno de Carlos Menem y quien tiene una estrecha relación con el campo, agrega gestos del alfosinismo radical hacia el establishment.
Ahora, jugando a la mera conjetura, veamos como sería un hipotético gobierno de Alfonsín con De Narváez como gobernador de la provincia más importante del país.
Ricardito siempre dijo que el límite del radicalismo “es el programa de gobierno”. Entonces: ¿O es que Alfonsín va a tener otro giro más hacia la derecha o De Narváez se va a convertir en un gobernador de centro-izquierda, sobre todo en cuanto a políticas de seguridad, inclusión social y el rol del Estado?
¿Esas diferencias ideológicas, que ahora parecen estar dejadas de lado, podrán permitir una convivencia coherente si es que esta alianza triunfe en los comicios de octubre?
Según las definiciones académicas y semánticas, una paradoja es una idea extraña, opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general. Es una proposición en apariencia verdadera que “conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común”. Desde este sábado 4 de junio, Ricardito ha esgrimido su propia paradoja que se agrega a la lista del prontuario político argentino de paradojas.
Quizá, como dijo algún periodista ingenioso pero también despiadado, para el radicalismo alfonsinista, desde ahora: “Con De Narváez se come, se cura y se educa".
Seamos sinceros, hace cuatro meses nadie suponía que un acuerdo entre Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez iba a materializarse. Sin dudas, uno de los hechos que más sacudieron el tablero político nacional de los seis meses de este 2011 es el pacto electoral que estos políticos -antes antagónicos- plasmaron este sábado en el acto proselitista en el microestadio de Atenas en La Plata.
La foto, esa foto que recorrerá todos los medios argentinos donde Ricardo y Francisco sonrientes muestren al país su alianza de cara a los comicios presidenciales de octubre, será una de las postales más paradójicas de estas elecciones.
En la política -como en la guerra- todas las estrategias son posibles, todas las alianzas son posibles. En la arena política el “pragmatismo” suele superar los pronósticos más impensados en cuanto a acuerdos se refieren.
¿Pero cómo es qué Alfonsín, con su credencial de líder del espacio progresista dentro del radicalismo, culmina su diagramación electoral en alianza con De Narváez?
Hace tan solo cuatro meses, los alfonsinistas pegaban el grito en el cielo cada vez que los sectores conservadores de la UCR agitaban al entonces “fantasma” que representaba un acercamiento hacia el “Colorado”.
El cobismo, con Julio Cleto a la cabeza. Ese Cobos que se fue a los brazos de Cristina en 2007 y que fue expulsado del partido. Ese Cobos que se sacaba fotos con De Narváez, mientras sus alfiles como el intendente de Junín, Mario Meoni ya planteaban en el 2010 un coqueteo electoral serio con el ex dueño de Casa Tía, ahora parecen haber sido videntes.
Ese 2010, donde el alfonsinismo izaba la bandera del progresismo y hasta añoraba revivir el Acuerdo Cívico y Social. Ese alfonsinismo que vociferaba y detractaba contra los radicales que osaban plantear un hipotético acuerdo en el territorio bonaerense con De Narváez, ahora parece ser una simple anécdota política.
El “proyecto progresista” junto al GEN de Margarita Stolbizer y al socialismo de Hermes Binner era una alianza que caminaba en serio, era casi natural. La “conciencia ideológica” que decían tener los radicales alfonsinistas con estos partidos se respiraba en cada palabra que emitían.
Por ese entonces, tan lejano si se lo ve desde el presente, los hombres más cercanos a Alfonsín ni siquiera analizaban un “acuerdo ideológico” con Francisco. No, no era parte de sus pensamientos, más bien, parte de sus pesadillas.
“El radicalismo es un partido político ubicado doctrinariamente en la centro-izquierda. Está claro que De Narváez, por lo menos es un hombre se centro-derecha, sino de derecha”, decían en aquel pasado no muy remoto.
Los cobistas eran casi impíos, no merecían volver al partido centenario, no lo respetaban. La idea, con un Cobos presidenciable por esas épocas, junto a De Narváez como candidato a gobernador, sencillamente no tenía “naturaleza” dentro de la UCR.
Un partido de “centro-izquierda” como el radicalismo no podía llevar de “candidato a gobernador a un hombre de centro-derecha porque mide bien en las encuestas”.
En la política la memoria muchas veces se ve afectada, dura poco o simplemente tiene fecha de vencimiento. Ahora, en este presente, con Alfonsín como candidato a presidente por la UCR, la realidad indica que De Narváez sí va a ser el “candidato radical” en la Provincia de Buenos Aires.
Entonces: ¿Dónde queda ubicado el radicalismo alfonsinista dentro del “Frente Progresista” que intentó construir desde las elecciones legislativas del 2009?
Margarita Stolbizer, la que otrora era la “candidata natural” por el radicalismo en la Provincia de Buenos Aires, en este presente no lo es más. Hermes Binner, el hombre del binomio presidencial junto a Alfonsín, tampoco.
Quizá, en ese juego espartano que muchas veces representa la política argentina, la necesidad electoral llevó al alfonsinismo a resignar a sus antiguos aliados para concretar un matrimonio por conveniencia con De Narváez.
Se sabe que varios intendentes radicales del interior, desde hace tiempo “temían” la falta de un candidato a gobernador competitivo en el territorio bonaerense. Stolbizer no les convencía demasiado y más allá del cobista Meoni, muchos alcaldes mantuvieron reuniones con el “Colorado” quien ya los tentaba con algún acuerdo.
Aceptando la mera estrategia electoral, volvamos a la “conciencia ideológica” en cuanto a los acuerdos. Para los alfonsinistas, cuando Ernesto Sanz se presentó para precandidato a presidente, representaba al “establishment”, mientras Cobos, otro precandidato, era el desvergonzado que mandaba a plantear un acuerdo con De Narváez.
Pero el melodrama radical que empezó cuando Sanz se bajó de las internas y más tarde cuando Cobos declinó su candidatura, tomó un giro que nadie escribió en un guión. Lo lógico, si se quiere, era que el sector alfonsinista -progresista en su discurso- se erigiera como el motor de ese Frente Progresista, siendo el vencedor de una interna que nunca se hizo.
Pero los papeles se cambiaron, y como toda novela los giros inesperados irrumpieron en la escena. Un Alfonsín vencedor, termina haciendo y acordando lo que promulgaban los vencidos.
Muchos dicen en voz baja, que de las internas fallidas en realidad el proyecto vencedor terminó siendo el que pretendían los cobistas y sanzistas, y que en realidad Alfonsín sólo se proyectó como la figura ganadora, pero solo la figura. Los resultados de la actualidad muestran que la “conciencia ideológica” de los alfonsinistas es parte de un legado deformado por las necesidades electorales.
La designación (¿sorpresiva a esta altura?) como candidato a vicepresidente de Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central durante el gobierno de Carlos Menem y quien tiene una estrecha relación con el campo, agrega gestos del alfosinismo radical hacia el establishment.
Ahora, jugando a la mera conjetura, veamos como sería un hipotético gobierno de Alfonsín con De Narváez como gobernador de la provincia más importante del país.
Ricardito siempre dijo que el límite del radicalismo “es el programa de gobierno”. Entonces: ¿O es que Alfonsín va a tener otro giro más hacia la derecha o De Narváez se va a convertir en un gobernador de centro-izquierda, sobre todo en cuanto a políticas de seguridad, inclusión social y el rol del Estado?
¿Esas diferencias ideológicas, que ahora parecen estar dejadas de lado, podrán permitir una convivencia coherente si es que esta alianza triunfe en los comicios de octubre?
Según las definiciones académicas y semánticas, una paradoja es una idea extraña, opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general. Es una proposición en apariencia verdadera que “conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común”. Desde este sábado 4 de junio, Ricardito ha esgrimido su propia paradoja que se agrega a la lista del prontuario político argentino de paradojas.
Quizá, como dijo algún periodista ingenioso pero también despiadado, para el radicalismo alfonsinista, desde ahora: “Con De Narváez se come, se cura y se educa".
Fuente: Infocielo
No hay comentarios:
Publicar un comentario