5/1/09

ARGENTINA Y LA MENTIRA

Un pueblo no realizado donde gobierna la mentira
Autor: Gabriel Oliverio - Mirador Nacional


Lo primero que quiero decir es que en este apunte no pienso documentar ni hechos ni pruebas sino simplemente reflexionar sobre una patología nacional: La pobreza intelectual y la falta de compromiso.
Nuestro pueblo no ha podido realizarse. Y es cuando se acumulan los fracasos, que invaden la desolación, desorientación y desesperación por sobrevivir. Desde 1930 hasta el presente, o quizá antes, nada se hizo bien. Todos fueron esfuerzos inconclusos o intentos de liderazgos mediocres con parches que, por falta de profundidad, impidieron desarrollar una verdadera “Argentina Ciudadana”.
Voy a dar tres ejemplos: Aquí se suicidó Lisandro de la Torre. Fuimos gobernados por una bailarina de cabaret en complicidad de un brujo y abordamos la guerra porque tres chiflados pensaron que con el espíritu “de nuestros héroes” bastaba para tener estrategia.En lo personal crecí con padres que me hicieron leer escritos de San Martín, Monteagudo, De Gaulle, Mitterrand y Felipe González.
Nada de esto cabe en el escaso espacio que el presente le brinda al pensamiento y a la educación.
Porque es difícil pensar cuando la coyuntura y la necesidad ocupan el 100% en la vida de un pueblo.En este país los partidos políticos devoraron al estado, los gobiernos no han tenido deberes, no existe el clamor popular y el desarraigo es cada vez más frecuente.
Todo intento por progresar en los derechos civiles es disuelto con agentes de disturbio, la sensatez es una ilusión y los espacios para la filosofía política se reducen a charlas de café o conspiraciones que llegan a nada.El lugar de “humillado observador” que el ciudadano tiene. Lo deja desprovisto de una justicia verdadera. Con magistrados que hagan cumplir la ley y fiscales que se comprometan con la defensa de los derechos constitucionales.
Los sucesos pasan tan rápido que vivimos aislados del mundo, sin medios preventivos y con la desgraciada necesidad de alcanzar las virtudes republicanas mínimas para que la indignación no se transforme en un sentimiento natural y corriente.
Los Presidentes, dirigentes populares y de opinión viven pendientes de rumores, chismes y rencillas (son mercenarios de la adulación) que hacen olvidar el orden natural del estado de derecho. En definitiva no hay pasión. Y es así como se ha perdido la identidad. La representatividad de las ideas. No hay oratoria profunda ni fuerzas políticas verdaderamente independientes, tampoco ejemplos a seguir. Todo es discordia, escepticismo. La ambición desmedida opaca la realidad transformándola en inmoralidad, inflación y falta de libertad.
Es momento de comprender que todos los valores con los cuales hemos intentado dar sentido a la eterna promesa de llegar a ser más que un país una Nación han tenido un fin que por ingenuo se transformó en irrealizable. No se crece sin discusión, debate popular, libertad de expresión y pensamiento.El “ser ciudadano” es mucho más que una superstición banal. Requiere de acontecimientos, audacias, ideales de progreso y fundamentalmente conciencia crítica.
La sabiduría debe sobreponerse al sentimiento de nostalgia que traen los libros de historia. Transformarse en convicción, esperanza y porvenir.
Seguramente habría que psicoanalizar a los argentinos. Para desenredar las dificultades e invitarlos a disfrutar y aceptar el desafío de ser independientes de los feudos políticos que han enterrado la esperanza y el libre albedrío condenándolos a la supervivencia en medio de ideas y deberes básicos (trabajar, alimentarse, pagar impuestos, vivir y morir).
Quienes practican el feudalismo político o institucional (contrario a la gente) no temen a nada, son impunes, disfrutan de las máximas libertades en sus actos, dicen lo que quieren pues no esperan castigo alguno.
Quiero ser práctico: Es hora que quienes cometen errores paguen por ello, que los partidos políticos dejen de engañarse con argumentos superficiales y comiencen yendo al fondo , a los detalles. Al combate de la corrupción. A imponer verdaderas doctrinas morales.
Es necesario el choque de pasiones mal encaminadas e intereses ilegítimos con una contienda palmo a palmo para que el terreno de las ideas se imponga a la ignorancia.Hay que despertar a las instituciones, expulsar a sus malos hombres y reemplazarlos. Reclamar la autoridad mediante el espíritu de “la fuerza de los pueblos”. Imponer el debate y terminar con la exuberancia del poder.
No hay otro medio que hacer los recursos, aplicar la ley, procesar a los culpables y permitir que sean los jóvenes proyectos los que atiendan problemas sociales urgentes. La intriga política debe morir, comprometerse el orden y los preceptos constitucionales para que la participación (siempre que la gente lo desee) deje de ser una utopía y se transforme en un sentido de voluntad y compromiso verdaderos.

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