ABANDONANDO EL BUQUE
RIGHI, STRASSERA, VERBITSKY, MORANDINI, GIL LAVEDRA, MICHELI
El progresismo, el sector que fue la matriz ideológica del kirchnerismo, lo está abandonando a toda velocidad. No sólo se destaca el dato obvio del triunfo de Pablo Micheli en la CTA. RIGHI, STRASSERA, VERBITSKY, MORANDINI, GIL LAVEDRA, MICHELI
El brutal ataque de Hebe de Bonafini contra la Corte Suprema, en un acto montado con abundantes recursos del oficialismo, obligó al CELS a diferenciarse públicamente. Es que Horacio Verbitsky no estaría dispuesto a quedar internacionalmente descolocado apareciendo como socio de los tribunales revolucionarios que amenazan con tomar el Palacio de Tribunales al mejor estilo Robespierre.
Algunos de los más conspicuos miembros de Carta Abierta, la usina intelectual del gobierno, también se apuraron a tomar distancia pública de los jacobinos. Por su parte, el Comité Nacional de la UCR, a través de un dirigente histórico del progresismo, Jesús Rodríguez, encabezó la semana pasada la operación de desagravio de Julio Strassera, luego de que éste fuera generosamente injuriado por Aníbal Fernández.
De más está decir que Strassera, un ícono del progresismo criollo, se convirtió en una figura militante del antikirchnerismo.
Pero la lista es más larga. La senadora nacional por el Frente Cívico de Córdoba, Norma Morandini, oficializó su ruptura política con las Madres, es decir, con el kirchnerismo, a través de un artículo publicado en Clarín con el sugestivo título “Los pañuelos ya no son tan blancos”. Simultáneamente, otra figura emblemática del progresismo, el ex juez de las juntas militares, Ricardo Gil Lavedra, descalificó la decisión del gobierno de otorgar el status de refugiado político al ex terrorista Galvarino Apablaza Guerra, a través de un artículo en La Nación que se titula: “Chile no se merece una injuria como ésta”.
Volviendo al ataque contra la Corte, ni siquiera los grupos piqueteros más ligados a Olivos mostraron entusiasmo en apoyar esa ofensiva. A esta columna de personajes que se alejan a toda velocidad de los Kirchner hay que sumarle la firme maniobra de distanciamiento del propio abogado de la familia presidencial, el Procurador General de la Nación, Esteban Righi. Éste, con perfil bajo, firmó en los últimos meses tres dictámenes que lo separan hasta ideológicamente del gobierno. Righi no sólo estuvo a favor de la reposición del ex Fiscal de Estado de Santa Cruz en su cargo sino que se pronunció a favor de una apelación contra Guillermo Moreno y, lo más sustancial, coincidió con la Corte en que Apablaza debía ser extraditado, desestimando el argumento oficial de que se trata de un perseguido político.
Razones sobran
La mayor parte de los grupos progresistas que están pasando a revistar en el antikirchnerismo apuestan a un modelo de centro izquierda moderado, con una economía abierta y respeto por los derechos individuales, al estilo de Lula, Ricardo Lagos y José Mujica. La creciente chavización de los Kirchner los asusta. Y el protagonismo de Hugo Moyano y sus tropas de choque los horroriza.
Temen además hipotecar su futuro político defendiendo a un gobierno que se diferencia de las dictaduras sólo por su origen, pero no por su ejercicio. Y además, lisa y llanamente, no creerían que los Kirchner puedan retener el poder.
Las miradas del progresismo para el 2011 apuntan a nuevos horizontes, donde se mueven Ricardo Alfonsín, Pino Solanas y Felipe Solá. También especulan estos sectores con que la sobreactuación ideológica de los Kirchner puede provocar una reacción pendular que lleve a la Casa Rosada a Eduardo Duhalde o a Julio Cobos, hoy por hoy las principales amenazas para la centroizquierda.
En los grandes centros urbanos, donde la clase media de tendencia progresista tiene una gravitación decisiva, el kirchnerismo sufrió una baja importante de votantes. Ahora Kirchner intenta volver a cautivarlos incentivando el consumo, pero al mismo tiempo los espanta con sus arrebatos de autoritarismo y la permanente ocupación de las calles por milicias pseudopopulares. A través de la instalación del miedo el gobierno se asegura así que la oposición quede inmovilizada, pero se arriesga también a que aumenten las facturas en el cuarto oscuro.
El león en invierno
El león en invierno
Kirchner percibiría claramente la sangría que sufre en su propio frente interno. El coqueteo con León Arslanián para que sea Ministro de Justicia, Ministro de la Corte o alguna otra variante, es un intento casi desesperado para congraciarse con los votantes progres que están haciendo las valijas. El mismo sentido tendría la probable promoción política de Eugenio Zaffaroni para que deje la Corte y sea el abanderado de Kirchner en la lucha por la jefatura de gobierno porteña.
Acosado por los fantasmas que él mismo conjura, Kirchner enfrenta el riesgo de una crisis en dos frentes. El monolítico voto del peronismo bonaerense, el eje de su estrategia electoral, se está fisurando por la incipiente rebelión de los intendentes y la fría actitud de Scioli que, gracias a los ataques al ex presidente, acaba de descubrir que crece en las encuestas cuando aparece enfrentado a aquél. Pero también pesa en los cálculos electorales la fuga de los votos progresistas. Éstos empiezan a dejar de razonar presionados por la extorsión oficial de que “si se va Kirchner vuelve la derecha”.
Autor: Carlos Tortora - Informador Público
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