Scioli se prepara
El juego K que lleva al precipicio
Lo que parece no entender el matrimonio presidencial es que la cuerda no puede estirarse más. Si finalmente Daniel Scioli opta por independizarse en las elecciones del año que viene, el proyecto kirchnerista de mantenerse en el poder hasta 2015 naufragará irremediablemente, y los pondrá al borde del precipicio político
La estrategia de los Kirchner en la provincia de Buenos Aires se va convirtiendo en un juego extremadamente peligroso.
Al papelón que generó el reto público al gobernador Daniel Scioli por la famosa frase de las manos atadas, ahora se le suma el vacío de la administración K ante dos temas que generan profunda preocupación en el territorio bonaerense: la inseguridad y los problemas económicos y financieros del Estado provincial.
Los Kirchner buscan mostrarse prescindentes ante los reclamos ciudadanos, que cada vez son más fuertes por la ola de delitos que azota a la principal provincia del país.
El espantoso crimen de Matías Berardi en Campana provocó un pedido generalizado de justicia y seguridad en la sociedad, y podría ir escalando en conflictividad si desde el poder político no se adoptan medidas en el corto plazo para empezar, al menos, a remediar la situación.
El autismo presidencial genera una profunda preocupación tanto en la Casa de Gobierno provincial, como en las intendencias, especialmente del Conurbano y de los grandes centros urbanos bonaerenses, donde alertan que la inseguridad es una verdadera bomba de tiempo.
Nosotros tenemos una capacidad limitada de cumplir con las demandas de seguridad. Si el Estado nacional sigue sin hacer nada, aun cuando tiene importantes herramientas como la Policía Federal y la Gendarmería, esto va a ir de mal en peor”, se le escuchó decir a un jefe comunal de una de la zonas del Conurbano más complicadas por la creciente ola de delitos.
La situación de hartazgo e indefensión hizo que la ciudadanía ya no esté dispuesta a quedarse con los brazos cruzados.
Sabido es que los intendentes son, precisamente, los primeros a los que los vecinos le van a golpear la puerta.
Por eso difícilmente un jefe comunal decida jugarse a fondo con un Gobierno nacional, cuando el propio poder central se encarga permanentemente de mirar para otro lado.
Y ahí radica la peligrosidad del juego K ya que, precisamente, su futuro político está atado a obtener un resultado electoral favorable en el Conurbano bonaerense.
En la semana que pasó, los Kirchner ni siquiera pronunciaron una frase de apoyo y respaldo al gobernador que, en soledad, tuvo que salir a poner la cara, luego del crimen de Matías.
La soledad y falta de respaldo también se trasladan al ámbito económico.
La angustiante situación financiera de la Provincia obligó a que el gobierno bonaerense tuviera que salir raudamente a emitir deuda con una tasa totalmente usuraria, cercana al 12 % (Brasil está pagando menos de la mitad), poniendo como garantía los fondos de la coparticipación.
A esta situación se llega por una absoluta falta de voluntad política del Gobierno nacional por cumplir con lo que realmente le corresponde a la Provincia, que aporta el 40% del PBI nacional y recibe poco menos que migajas en el reparto de los recursos coparticipables.
El Estado unitario está encontrando, con los Kirchner, su máxima expresión.
¿Qué pasaría si, en un escenario hipotético, la principal provincia del país se rebelara y resolviera quedarse con todos los recursos que genera, como hizo el rionegrino Horacio Massaccesi cuando, en 1991, incautó los fondos del Tesoro de la sucursal regional del Banco Central para pagar los sueldos atrasados de lo s jubilados y la administración pública?
Sin duda, se generaría una crisis que haría temblar la estructura del Gobierno nacional. Por eso, resulta incomprensible que los Kirchner sigan extremando la situación a un punto tan peligroso.
El esquema de dependencia económica, que tejieron los K en los últimos 7 años, está llevando a la Provincia a una espiral de endeudamiento, ante la necesidad de obtener los recursos que le son negados por la administración central. Por el momento, Scioli no deja su habitual libreto de mostrarse como un hombre de consenso permanente, sin sacar los pies del plato. Pero eso no implica sumisión.
Por eso, en la semana que pasó, marcó claramente sus diferencias ante las escandalosas acusaciones de Hebe de Bonafini contra la Corte Suprema.
El mandatario provincial dijo que “hay que respetarse más”, en medio del conflicto generado por la titular de Madres de Plaza de Mayo; frase que muchos vieron también dirigida a la Casa Rosada, dado que los Kirchner en el último mes maltrataron, en más de una ocasión, al mandatario provincial.
El mandatario provincial dijo que “hay que respetarse más”, en medio del conflicto generado por la titular de Madres de Plaza de Mayo; frase que muchos vieron también dirigida a la Casa Rosada, dado que los Kirchner en el último mes maltrataron, en más de una ocasión, al mandatario provincial.
A la lista de agravios ya mencionados, se le suma la inefable idea de hacer colectoras con otros candidatos a gobernador que, lejos de ser una alternativa entre tantas, va tomando más forma cada día que pasa.
Lo que parece no entender el matrimonio presidencial es que la cuerda no puede estirarse más.
Si finalmente Scioli opta por independizarse en las elecciones del año que viene, el proyecto kirchnerista de mantenerse en el poder hasta 2015 naufragará irremediablemente, y los pondrá al borde del precipicio político.
Autor: Juan Gossen .
Fuente: Diario Hoy
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