POR QUÉ SE BAJAN LOS OPOSITORES
La hora de la deKantación
Semana de derrumbe de ambiciones.
En el juego de la silla, varios quedaron afuera.
Vértigo electoral: en una semana, se cayeron algunos muñecos y otros quedaron tambaleando.
Como si un temporal hubiera arrasado con varios candidatos. Se diría que no son muchos los que han advertido que, en la ganchera de la carnicería, hay menos prendas humanas para ofrecer:
1) La deserción de Pino Solanas a la presidencia, luego de que su oferta no traspasara ciertas fronteras territoriales. De ahí que se aplique para alcanzar la Jefatura de la Ciudad, imaginando que está en condiciones de triunfar en una segunda vuelta.
Esta jugada local, luego de predicar la nacional, sepultó a uno de sus principales adláteres, Claudio Lozano, a quien le resultaba esquivo el territorio porteño, y desacomodó a Luis Juez en Córdoba, quien había elegido al cineasta como referente presidencial. Alianza que, como se sabe, se había gestado hace un mes y días, con lo cual el movimiento de piezas en el tablero se torna forzado, imprevisto, con obvios detalles de improvisación.
2) Otro que abandonó la porfía y con la voz quebrada fue Julio Cobos, quien resignó el sueño del que hace tres años se consideraba como uno de los más favoritos por su carácter aglutinador (voto “no positivo” mediante).
El vice fue víctima de un bombardeo continuado del oficialismo en todos los planos y de una complicidad cierta de la propia UCR, estructura que jamás le perdonó haberse trasvasado a la fórmula con Cristina. Si hasta votaron la discriminatoria reforma de la ley de partidos políticos con la intención de castigar experiencias como las de Cobos.
También él contribuyó al hundimiento personal: se acovachó en su despacho, suponía que los obsequios electorales llegaban a su domicilio en lugar de ir a buscarlos, por engreimiento o timidez evitó hablar, manifestarse, eligió interlocutores oligarquicamente y oligarquicamente quedó solo.
Era un candidato del cual, salvo excepciones, nadie sabía cómo pensaba. Aunque ese es un canon atribuible al resto de los candidatos.
3) Otro que fue derivado a una sala de emergencia es Daniel Scioli, ya que prospera la eventual introducción de una nueva “colectora” bonaerense.
Así como ya se instaló la ventana izquierdista (así se definen) de Martín Sabbatella, parece que otra oxigenación electoral estaría a cargo del intendente de Tigre, Sergio Massa.
Movida doble para respaldar el reeleccionismo de Cristina, dinamitar las posibilidades de Scioli y cosechar una tropa propia de legisladores de diverso tipo para caudillos locales cuya razón de existir no pasa por el próximo comicio.
Si se vacía de votos a Scioli con estos desvíos, si le rebanan un 30%, no podría continuar y habilitaría quizás a ser reemplazado por un representante opositor (¿Francisco de Narváez?).
Nadie se inmutará en la Casa Rosada: al nuevo lo tratarán peor que a Macri, Danny volverá a ser Scioli, y éste quizás se lamente de haber perdido una oportunidad.
Pero las encuestas dicen que en su naturaleza no estaba siquiera la posibilidad retórica de la independencia.
4) En este lote de postergados presuntos o declarados, se inscribió Eduardo Duhalde.
Su bote empezó a naufragar apenas lo lanzaron al agua, quizás lastimado por una realidad: no gana una elección desde l997.
El domingo empató en una interna a su medida con Alberto Rodríguez Saá en la Capital. Sufrió un golpe contundente cuyo moretón puede continuar mañana en otra interna contra el mismo rival en cuatro provincias.
Serán las últimas experiencias de ese enjuague de ocho que les iba a permitir a los dos contendientes estar en los diarios todos los lunes.
No fue así. Y más de una vez, en el interior de la sala, Rodríguez Saá aseguraba que había ganado mientras los duhaldistas opinaban lo contrario. Sin violencia, apenas unos gritos, ya que las reglas de urbanidad debían continuarse para las próximas siete internas, de las cuales la de mañana quizás sea la última. Perdón por repetir este presagio.
Al puntano le asignan contubernios oficiosos con el kirchnerismo para llevar gente a los comicios que votaran por él (de la asistencia de La Cámpora a núcleos de Hugo Moyano, sectores antagónicos que ya habían sorbido las breves mieles del poder cuando Adolfo Rodríguez Saá fue Presidente).
Como se sabe, para el Gobierno, en el orden de conveniencias y prioridades del odio, Duhalde es más peligroso que el gobernador de San Luis.
Casi el mismo pensamiento que reveló Raúl Alfonsín y su craneoteca juvenil cuando alentaron al aparente ridículo Carlos Menem para hundir al previsible empleado público Antonio Cafiero. Como si el mal gusto u otras apreciaciones estéticas de ellos fueran los mismos que de los de la gente. Nadie sabe aún si esa historia puede repetirse, solo resulta conmovedor, sorprendente, que un peronista se confiese esquilmado arteramente por un compañero de su misma fracción en una mesa de naipes, cuando esa tradición ha hecho grande al movimiento.
Suena jocoso que se hable de trampa con las cartas cuando el tapete es presidido por quien se reputaba como máximo fullero de la política (Néstor Kirchner, como es público, sabía a quién reconocerle su acceso a la Presidencia). Cuando, además, de aquel reinado de Duhalde permanecen en el poder los mismos ingenieros que a él le sirvieron para impedir la llegada de Menem, seguramente ahora con mayores recursos.
¿O alguien puede creer que la estrategia actual es producto de los NYC de Santa Cruz o de otros que rodeaban a Néstor y ahora revolotean alrededor de la mandataria?
En todo caso, copian y utilizan a los mismos depredadores.
Estas novedades policiales de la política (apartados, demorados, condenados) en solo siete días incrementan el entusiasmo cristinista. Para este sector, resulta irreversible el futuro resultado electoral, tanto que hasta quizás se queden sin adversarios para esa fecha.
De ahí que discutan –no se sabe si cuentan con el aval de ella– sobre la necesidad de ampliar y tonificar el proyecto, antes o después de los comicios.
No se trata únicamente de facilitar créditos para la vivienda (“Casas para Todos”) a través de la Anses o eventualmente nacionalizar Repsol-YPF; hay ideas sobre intervenciones más serias sobre el negocio de granos, las ART, las prepagas, una nueva ley de tierras y hasta ajustes sobre ganancias empresarias, incluyendo bancos, que podrían satisfacer a ese socio temido llamado Moyano. Por ahora, sólo discrepan por el momento del lanzamiento, antes o después de las elecciones, no sobre la dirección y sentido de los cambios.
Autor: Roberto Garcia
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